La arquitectura bioclimática es aquella que aprovecha en su diseño tanto el clima como las condiciones del entorno con el fin de conseguir una situación de confort térmico en su interior, recurriendo lo menos posible al uso de sistemas mecánicos, que se emplean más bien como un apoyo. En éste último caso hablaríamos de sacar el máximo partido a energías renovables como la solar o la eólica.

En este tipo de construcciones lo más importante es la situación de la vivienda (cantidad de horas de sol, humedad, viento…) y los propios elementos arquitectónicos, jugando tanto con su diseño como con sus materiales. Así, la arquitectura bioclimática situará en la fachada norte (donde el sol no incide de forma directa) aquellas habitaciones que no se habitan durante muchas horas, como los cuartos de baño, las cocinas o los pasillos. Además reducirá el número de huecos, puertas y ventanas al exterior porque son fugas de calor. Lo mismo sucede con el viento: en la fachada donde más azote, menor número de huecos habrá que incluir.

Por el contrario, la norma de la arquitectura bioclimática nos dice que en la fachada sur, con más horas de sol, se encontrarán los dormitorios o el salón principal, con un mayor número de ventanas aunque con protecciones solares como voladizos. En cuanto a la ventilación, podemos tener la casa refrigerada cuando más calor haga si su diseño permite la corriente generada de la diferencia de temperatura y presión entre dos estancias con orientaciones opuestas.

Para entender mejor la utilidad de la arquitectura bioclimática lo mejor es verla en acción. En este sentido, Chubut es una de las regiones que más está impulsando este tipo de construcciones, siendo ya el hogar de más de 100 familias. Allí las viviendas no sólo juegan con su orientación y el entorno sino que incorporan geotermia, climatizador solar, invernáculo, cocina y estufa por biomasa, colectores y techo jardín (los green roofs de los que ya hemos hablado alguna vez), entre otras innovaciones sustentables. Incluso, algunas habitaciones cuentan con sus propios generadores eólicos para la provisión de energía eléctrica.

Otro ejemplo muy ilustrativo de las ventajas y aplicación de la arquitectura bioclimática la podemos encontrar en las viviendas de la Villa Olímpica de Buenos Aires 2018. En los concursos convocados para su planificación se ha priorizado el uso de este diseño pasivo capaz de utilizar recursos como el sol y el viento a través del diseño, adaptando el comportamiento edilicio a los requerimientos estacionales sin intervención de sistemas activos.

Así, se han considerado como fundamentales estrategias como la ventilación y la iluminación natural; todo lo relacionado con el asoleamiento como el aprovechamiento solar pasivo para calefacción y el control solar; la masa térmica; o la gestión eficiente del agua y los residuos.

Como ejemplo de ello, el diseño de las plazoletas y la implantación de especies arbóreas consiguen refrescar  las brisas que recorren la planta baja libre para que escale por los patios interiores y los jardines verticales y los tejados ecológicos, no sólo filtran la irradiación solar directa, sino que recolectan el 80% de agua de lluvia que sobre las mismas se deposita, para reutilizarla en los distintos sistemas de la arquitectura.

 
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