The School House está situado en Mutianyu, una de las zonas más cómodas y cercanas a Pekín para visitar la Muralla de los 10.000 li (una medida china antigua que equivale a medio kilómetro). Desde el centro de la capital, se suele tardar una hora y media en coche o unas dos horas en transporte público. El nombre del recinto proviene de la antigua escuela de la aldea, un edificio abandonado por la falta de niños que ahora sirve de restaurante, oficina principal del complejo y taller de vidrio.

La filosofía del proyecto consiste, en primer lugar, en valerse siempre de las antiguas estructuras de los edificios y aprovechar todo lo posible los materiales reciclados. Restaurar en lugar de derribar y reconstruir, aunque salga más caro. Así diseñó Spear su propia residencia y otras varias decenas de casas en los alrededores, chalés con vistas a la Gran Muralla que vende o alquila. Más del 92% del espacio construido ha sido reformado, de acuerdo al informe anual de sostenibilidad de la empresa.

Otro punto clave es la relación con la comunidad local. The School House es hoy en día el primer empleador privado del condado de Huairou en Pekín, solo superado por el Gobierno local. El 55% de sus 100 trabajadores proviene de la zona, mujeres en un 70%. Entre los cargos intermedios la proporción de empleados locales desciende al 30%, por la dificultad de encontrar personal cualificado en un área rural, según explica el propio Spear.

El compromiso con los pueblos de Mutianyu y Beigou -donde se sitúa el hotel, llamado The Brickyard- abarca también los proveedores de productos y servicios, desde los obreros que reforman las casas, hasta las granjas que suministran las verduras y la carne. Un 45% del importe de las compras se factura en el propio condado, el menos poblado de Pekín, con unos 300.000 habitantes. Respecto a la comida, un 16% es de producción propia, sin utilizar pesticidas ni fertilizantes químicos, y otro 60% proviene del mismo condado.

La idea de Spear y de los otros tres propietarios -su mujer y otros dos socios- es seguir abriendo caminos, ensayar nuevos proyectos, como la licorería que ahora está en fase de desarrollo y donde se destilan bebidas de café, de limón, de melocotón y otros sabores. Aprovechando todo el personal administrativo que ya tienen, pueden ir probando nuevos negocios sin elevar los gastos estructurales, defiende el fundador, y ganar de ese modo en economías de escala.

La frontera, sin embargo, está puesta en el tipo de turismo que se desea promover. Tanto el hotel como las casas y los restaurantes de The School House son caros. Van dirigidos a un público de alto poder adquisitivo, un 50% local, un 50% extranjero, o a grandes empresas que organicen retiros o congresos. El impacto en empleo y en inversión sobre el área es grande, pero no en la transformación del entorno o el desplazamiento de los habitantes locales.

El objetivo es evitar el fenómeno que en inglés se conoce como la gentrification, la expulsión de los habitantes locales originarios cuando una zona comienza a desarrollarse y suben los precios. En total se han reformado unas 30 casas rurales, además de The School House -con el restaurante, la sala de congresos y la fábrica de vídrio- The Brickyard -con el hotel de lujo- y la licorería. No se ha desplazado a un solo campesino para construir estos proyectos, asegura Spear, sino que se han realizado sobre edificios vacantes o de uso diferente al domicilio.

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