La mayoría de las calderas necesitan calentar el agua a 80 grados para elevar la temperatura de los radiadores y que éstos climaticen nuestro hogar a la temperatura que queremos. Estas calderas están trabajando con un rendimiento alrededor del 80%, lo que significa que un 20 % del combustible quemado no es aprovechado en nuestra calefacción.
Si en vez de calentar el agua a 80 grados utilizamos calderas que calienten el agua a 35ºC o 40ºC estaremos empleando menos energía, ya que la energía que necesitamos transmitir al agua es directamente proporcional a la diferencia entre la temperatura final y la temperatura de la red, y conseguiremos ser más eficientes usando nuestra calefacción.
Esto es posible gracias a calderas de baja temperatura que son capaces de adaptar su funcionamiento a las necesidades reales de cada momento, consiguiendo alcanzar unos rendimientos alrededor del 95%, lo que implica solo un 5% de pérdidas. Para ello es conveniente usar radiadores de baja temperatura que no necesitarán calentarse tanto para dar calor a los espacios, como pasa con las calderas convencionales.
El precio para una caldera de baja temperatura para una comunidad de vecinos puede estar alrededor de los 7.500 euros, mientras una caldera convencional de gas cuesta aproximadamente unos 2.000 euros.
Una tecnología aún más eficiente son las calderas de condensación, que son capaces de condensar una parte importante del vapor de agua contenido en sus gases de combustión ya que al bajar la temperatura por debajo del punto de rocío del agua, ésta condensa desprendiendo calor al cambiar el agua de fase. El calor extraído por la condensación de los gases es aprovechado por la propia caldera, lo que redunda en un beneficio medioambiental y económico para los usuarios.
Gracias a este sistema, estas calderas consiguen aprovechar mejor la energía que las calderas estándar o de baja temperatura, lo que significa alcanzar valores de rendimiento incluso mayores del 100% y ahorrar energía a la vez que emisiones de CO2 a la atmósfera y dinero.
Una comunidad de 5 familias consume un promedio de 30.000 kWh en calefacción al año, emitiendo unos 6.000 kg de CO2. Sustituyendo la caldera convencional por una de condensación, con un coste de unos 12.000 euros, se podrían ahorrar unos 900 euros al año, reduciendo las emisiones en 2.400 kg de CO2 y recuperando la inversión en 10 años. Además, con el Plan Renove de algunos gobiernos regionales se pueden recibir ayudas de hasta 300 euros por el cambio de caldera.
¡Estudia tus opciones y no dejes que se escape la energía por tu caldera! Recuerda chequear la página web de tu agencia de energía para ver que subvenciones están disponibles.