Los beneficios son muy numerosos y abarcan desde la revegetación de las zonas desérticas a la producción de agua dulce y potable, pasando por el cultivo de biomasa con fines energéticos. Incluso, los precursores aseguran que las plantas y terrenos de estas instalaciones podrían contribuir a combatir el cambio climático mediante el secuestro de CO2.
¿Cómo funciona el proyecto Bosque de Sáhara?
Tres son las principales tecnologías que posibilitan este milagro de la ciencia. Por un lado, la construcción de invernaderos refrigerados con agua salada –de la viabilidad comercial de transportarla hasta el desierto depende parte del éxito del proyecto–; en segundo lugar, la energía solar generada a partir del parque de paneles fotovoltaicos, capaces de calentar agua en un depósito por encima de los 500 grados centígrados y, por último, la revegetación mediante sofisticadas técnicas.
Según afirman los científicos, la evaporación del agua salada en estos invernaderos es capaz de producir hasta cinco veces más agua dulce de la que precisan las plantas del interior, lo que proporciona riego más que suficiente para saciar las huertas de exterior –debidamente protegidas de los abrasadores vientos desérticos por setos de invernaderos– y las plantaciones de jatropha que se emplearía como biocombustible.
El proyecto Sahara Forest es viable en prácticamente todos los desiertos del mundo, señalan sus impulsores, puesto que los requisitos mínimos son la alta incidencia directa solar y niveles bajos de humedad. Eso sí, la distancia y elevación sobre el nivel del mar pueden jugar un papel decisivo a nivel de costes, pues de ello dependerá que el proyecto sea viable en función de la energía necesaria para bombear agua salada. Una altitud hasta 200 metros podría tener un gran potencial.
Una vez seleccionada la ubicación profundizaríamos en mayores detalles, aparentemente poco determinantes pero que pueden incrementar mucho la inversión necesaria. Es el caso del diámetro de las tuberías de agua salada: si redujéramos su diámetro por dos, el coste de bombear el agua se multiplicaría por ocho, aproximadamente.
Después de parones en iniciativas que parecían mucho más viables, como Desertec, el megaproyecto solar del Sáhara, la de Sahara Forest, ¿es realidad o ciencia ficción? Ya es posible comprobarlo, porque hace cuatro años arrancó un proyecto piloto en Qatar que se extiende a lo largo de 10 hectáreas y está avalado por una inversión de 80 millones de euros. Las instalaciones ya han dado sus primeras cosechas de pepino, alimento básico para la dieta de Oriente Medio, y promete seguir avanzando por esta senda de beneficios.
Fuentes: Twenergy / Inhabitat / Desenchufados / Sahara Forest Project / Público / Renewable Energy Magazine / Green Prophet / Flickr