El prototipo (que comenzará a fabricarse en serie el año que viene y que costará lo mismo que una bicicleta eléctrica) se llama ‘Copenhagen Wheel' y se trata de un mecanismo rojo que se acopla en la rueda trasera y permite capturar la energía cinética que se produce en las frenadas, almacenarla y aprovecharla cuando se necesita un impulso extra. El sistema de recuperación de la energía en el que se basa es el mismo que ya utilizan algunos coches híbridos como el Toyota Prius. Los momentos en los que se desperdicia energía (por ejemplo, cuando se desciende una cuesta), se aprovechan para cargar una batería que se encuentra dentro de la rueda y a la que se recurre cuando es necesario. Además, la bicicleta dispone de un sistema de bloqueo inteligente capaz de entrar en modo de seguridad y mandar un sms al propietario en caso de un supuesto robo.
La rueda dispone de una serie de sensores que, en conexión con un iPhone, permiten que funcione como GPS, detector de dirección, medidor de la velocidad y distancia recorridas y sensor de un buen número de variables ambientales: desde los niveles de polución, la congestión del tráfico y las condiciones de la carretera, hasta la temperatura, el ruido, la humedad o el monóxido de carbono del exterior. A esos datos se puede acceder desde el móvil vía Bluetooth, y así se pueden aprovechar para mil usos, como la programación de rutas o la creación de una gran base de datos medioambiental.
Los promotores de la ‘Copenhagen Wheel' defienden sus ventajas frente a las bicicletas híbridas, más aparatosas y llenas de cables, además del hecho de que puede acoplarse a modelos ya existentes. Pero otros muchos le han encontrado pegas, como que cualquier añadido convierte en pesado un medio de transporte en el que la ligereza es fundamental.
Fuentes: Elaboración propia / elpais.es / nytimes.com / senseable.mit.edu