El pasado mes de mayo estuve de feria en Madrid, en el salón SICRE. Una exhibición dedicada a la Construcción y Rehabilitación, donde se daban cita arquitectos, ingenieros, constructoras, y muchos fabricantes de soluciones para este sector. Y de los muchos discursos y ponencias que se escuchan en estos foros, di con una disertación que motiva el debate.
El orador, representante de una empresa especializada en rehabilitar edificios con criterios eficientes, exponía sus proyectos de referencia. Edificios sobresalientes por su estética, con portales llenos de mármol de Carrara, y… aquí me detengo. ¿Para qué quiero una escultura de Miguel Angel en mi portal?
El insigne artista Miguel Angel Buonarrotti elegía personalmente sus bloques de mármol para hacer esculturas, dignas de admirar. Pero en un portal, en una comunidad de propietarios, por muy exclusivo que sea el edificio, si se plantea un proyecto de rehabilitación integral, falta el sentido común.
Antes de plantear una rehabilitación donde “maquillar” el inmueble, debemos plantearnos en qué estado se encuentra sus instalaciones eléctricas, de telecomunicaciones, sanitarias, etc. En otras palabras, la eficiencia energética debe pasar inexorablemente por contemplar todos estos elementos antes que rematar la reforma con el “David” de Miguel Angel.
En este sentido, las instalaciones eléctricas suelen ser una de las grandes olvidadas en estos proyectos. Y sin embargo son uno de los pilares de nuestro bienestar en el hogar, en el que queremos disfrutar de un flamante televisor LED tamaño “cinemascope”, equipo de música de alta fidelidad, y otro sinfín de electrodomésticos cotidianos.
No podemos pensar en rehabilitar inmuebles preocupándonos sólo de las ventanas y las paredes revestidas de mármol. Detrás de éstas hay instalaciones eléctricas obsoletas, tanto en los elementos comunes de un edificio como en cada vivienda.
En un momento como el actual no podemos hablar de quimeras y de entradas esculturales a edificios de viviendas, sin preocuparnos de renovar integralmente todos estos inmuebles con sentido común, dedicando las partidas presupuestarias a lo que realmente importa: la eficiencia y el ahorro energética en combinación con la seguridad de las personas y sus bienes.
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