1. Utiliza luces de bajo consumo. La forma más eficiente de ahorrar unos euros en la factura de la luz es sustituyendo las bombillas incandescentes por lámparas de bajo consumo. Aunque a priori son más costosas, a la larga el ahorro se nota (y mucho) en el bolsillo. Con la tecnología Led se consigue un recorte del 80% del consumo de energía y una importante reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Además, duran mucho más tiempo. Aprovecha siempre que sea posible la luz natural y evita dejar la luz encendida cuando no estés en un espacio.
2. Ahorra agua. El agua es un recurso natural muy valioso que debemos cuidar. Y el baño es uno de los espacios de nuestro hogar donde más agua se desperdicia. Usa el agua fría siempre que puedas y racionaliza su consumo. No dejes los grifos abiertos inútilmente, por ejemplo, cuando te cepilles los dientes. Otra forma de ahorrar una gran cantidad de agua y energía es sustituyendo el baño por una ducha: consumirás cuatro veces menos agua y energía.
3. Apaga el stand-by. Dejar un aparato electrónico en posición stand-by sale más caro de lo que parece. Este sistema de ‘apagado fantasma’ no corta totalmente el suministro eléctrico del aparato. Apagar la lucecita roja del televisor, de la pantalla del ordenador o del equipo de música supone ahorrar un 10% de todo lo que consumes. Para hacerlo es muy útil utilizar alargaderas con botones de apagado.
4. Regula las temperaturas. A la hora de poner la calefacción, una temperatura en casa de 19 a 21ºC es más que razonable en invierno. Y para verano, no abuses del aire acondicionado, la temperatura entre los 22 y 25º C será suficiente. Cada grado de más supone un incremento del 7% en el consumo y eso se nota mucho en la factura.
5. Recicla tu basura. ??Otra manera de vivir de forma sostenible es a través del reciclaje. Si reciclamos, ahorramos dinero, materias primas, energía y CO2. Los materiales reciclados como los metales, vidrios, papel y plásticos son reutilizados consumiendo mucha menos energía de la que requieren los materiales nuevos. Recicla correctamente y deposita cada residuo en su contenedor correspondiente.
6. Deja el coche aparcado en casa. Para desplazarte por la ciudad, ir al trabajo o hacer la compra, lo mejor para vivir de forma sostenible es dejar el vehículo privado aparcado en el garaje. Tienes otras alternativas mucho más sostenibles (y baratas). Puedes ir a trabajar en metro o autobús y salir a por el pan en bicicleta o caminando. Tu salud te lo agradecerá. Si no tienes otra opción que coger el coche, busca alguien para compartir vehículo y gastos.
7. Utiliza fibras ecológicas. Llenar el armario de ropa ecológica es otra buena manera de vivir respetando el medio ambiente. Las fibras textiles naturales como la seda, el algodón orgánico, el bambú, el lino, la alpaca o el cashemere son las más ecológicas. Toda la ropa fabricada con fibras ecológicas son biodegradables y están libres de aditivos químicos que puedan dañar la salud humana o del planeta.
8. Llena tu casa de plantas. Las plantas de interior mejoran la calidad del aire en el hogar, ya que ayudan a absorber gases potencialmente dañinos. Las plantas filtran los gases tóxicos y producen oxígeno ayudando así a hacer más habitables los hogares. Las mejores para purificar el aire son las plantas de araña, los lirios de la paz y las palmas de bambú.
9. Adquiere muebles reciclados. La manera en la que decoramos nuestro hogar también puede ayudarnos a vivir de forma más sostenible. A la hora de comprar un mueble, una buena idea es adquirir uno fabricado con materiales reciclados. Hay empresas que se dedican a reinventar con gran creatividad muebles a partir de objetos viejos, como por ejemplo, una estantería hecha de cajas de frutas, una mesa de centro fabricada con palets o un puff creado a partir de un neumático. Además de cuidar el planeta, podrás presumir de muebles originales.
10. Compra de forma responsable. Una filosofía de vida sostenible también tiene que acompañarnos a la hora de hacer la compra. Es importante apuntar en la lista de la compra alimentos producidos localmente y adquirir productos con envases reciclados o biodegradables. Los alimentos de kilómetro cero siguen tres criterios a tener en cuenta: son de gran calidad, su proceso respeta el medio ambiente y son socialmente justos.