Concebida ya por los expertos como una cuestión federal, la biomasa gana cada vez más terreno como fuente de energía alternativa, desde las cáscaras de maní hasta la viruta de la madera pasando por los residuos urbanos. Tal y como explicaron los expertos, en todas las regiones de la Argentina hay biomasa, es decir, materias primas que pueden ser utilizadas como energía con una ventaja crucial: su aprovechamiento y utilización se puede realizar en la misma ubicación geográfica que los genera, además de favorecer el desarrollo tecnológico y beneficiar al desarrollo económico. Además, no hay que olvidar el ahorro de divisas como consecuencia de reducir la importación de combustibles fósiles, mucho más contaminantes.
Uno de los ejemplos más destacados fue el de la Pampa Húmeda, donde se podrían aprovechar todos desechos de restos de arroceras o virutas de madera, fomentando una estrecha relación entre los diferentes actores implicados, que van desde los productores, a los recursos humanos y educativos y tecnológicos. Además, según los cálculos de los expertos, este aprovechamiento de biomasa traería consigo la generación de unos 1.330 puestos de trabajo, directos e indirectos.
Otro caso práctico expuesto por los científicos fue el de tener residuos con el fin de aprovechamiento concentrado, vinculando éste con las diferentes industria de la madera, del algodón, de cítricos o de la caña de azúcar, entre otros. Así, en una citrícola de Tucumán el proyecto de biomasa llevado a término es capaz de evitar el consumo anual de 3300 dm3 de gas natural, reduciendo la emisión anual de CO2 en 41.300 toneladas.
El mensaje de los expertos fue claro: la generación energética a partir de biomasa es una realidad y sus ventajas, indiscutibles. Afirmaciones respaldadas con más experiencias, como la referida en una fábrica alimentaria capaz de generar 10,95 MW a base consumir anualmente unas 183.000 toneladas de biomasa a base de cáscara de maní (70%) y cáscara de girasol (30%); o la de un aserradero que espera generar 32.250 MWh aprovechando 18.000 toneladas de residuos de plantaciones y 66.000 toneladas de residuos de su propia actividad.
Y todo ello sin producir óxidos de azufre, dado que el contenido de azufre de la biomasa es escaso o nulo; y permitiendo recuperar en sus cenizas importantes elementos minerales de valor fertilizantes, como el fósforo y el potasio.
Fuentes: Punto Biz | Otra Tierra | Flickr