La Fundación Vida Silvestre tiene muy clara la receta a seguir para logar un desarrollo sustentable en Argentina. En primera lugar, es importante que la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable disfrute de peso político y presupuesto para, de este modo, ser la que marque y controle las directrices de actividades productivas con incidencia directa sobre los recursos naturales renovables.

Muy ligado a ese punto, es crucial promover una política de Estado que planifique estratégicamente el uso del territorio. No sólo eso, también en el nivel administrativo, es preciso comenzar a computar los costos ambientales como una variable macroeconómica más. En lugares como el Concejo Municipal de Rafaela recién se aprobó por unanimidad la creación del Instituto para el Desarrollo Sustentable para promover la implementación de un modelo de desarrollo sustentable para la ciudad.

Estas medidas, sumadas a algunas más como llevar las buenas prácticas de sustentabilidad al sector privado, son algunos de los ingredientes que han dado lugar a algunos de los proyectos sustentables más pioneros.

Proyectos, por otro lado, que en regiones como el Chaco contarán con hasta 300.000 dólares en donaciones del Programa Naciones Unidas para el Desarrollo, para financiar 6 proyectos locales que contribuyan al desarrollo sustentable.

Quizás alguno de los candidatos que se beneficiarán de ello a partir del próximo mes de julio pueda mirarse en el espejo de otras iniciativas ya en marcha. Este es el caso del proyecto FREPLATA II, que ya cuenta con siete años de vida y que es una iniciativa conjunta de los gobiernos de Uruguay y Argentina.

El objetivo de FREPLATA II es avanzar hacia la sustentabilidad de los usos y recursos del Río de la Plata y su Frente Marítimo. Para ello, no sólo se realizan acciones que reduzcan y prevengan la contaminación, sino que se monitorea todo su desarrollo con el sistema WebGis, una herramienta colaborativa para el intercambio de información relativa a la calidad del agua.

Otros proyectos van más allá, como el que podría arrancar para aprovechar un tipo específico de alga que se cosecha en Bahía Bustamante (Macrocystis Pyrifera) para lograr un aditivo bioestimulante de origen orgánico. Aunque la iniciativa aún se encuentra en fase experimental, de materializarse significaría la producción a gran escala de un fertilizante orgánico y nada contaminante que estimula la germinación de la semilla, favoreciendo el crecimiento de las cosechas.

 

Fuentes: Fundación Vida Silvestre | Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable | Diario Norte | El Patagónico

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