Es por todos conocido que en ciudades como Copenhague, Ámsterdam o Helsinki la bicicleta forma parte de la rutina diaria para miles de personas. En algunas ciudades de Holanda este medio de transporte supone un 60% de los desplazamientos.
En estas urbes europeas el uso de la bicicleta se debe a una razón meramente práctica, como manifiestan los que allí residen: «es saludable«, «genera bienestar» y «es la mejor opción para moverse entre determinados puntos«. Se puede pensar entonces que es un hábito en función de la cultura de la población, y que entonces el uso de la bici en la ciudad no va con la cultura española, pero no es así. Lo demuestran ciudades españolas como Barcelona o Sevilla que se han unido a la ola ciclista.
En Barcelona se ha producido un notable incremento en el uso de la bicicleta en la ciudad en los últimos años, en parte gracias al impulso público mediante la creación de carriles bici por toda la ciudad, junto con el Bicing, que actuó como detonante.
Sevilla es la ciudad más calurosa de España y eso no impide que también sea una de las de mayor desarrollo del uso de la bicicleta como medio de transporte. Esto es debido a la existencia de un Plan Director para el fomento del transporte en bicicleta, y otros planes, que trajeron consigo la construcción de carriles bici y el servicio de alquiler de bicicletas, que hace posible que todo el mundo pueda tener acceso a una bicicleta por tan solo 6 euros anuales.
Hay ya muchas ciudades que se han apuntado también a la revolución ciclista como París, Lima, Tokio, Berlín, Bogotá, Nueva York, pero otras que sufren un desarrollo más lento como puede ser Madrid.
La ciudad de Nueva York es una urbe densa y superpoblada de coches, caótica, y sin tradición ciclista, características comparables en ese sentido a una ciudad como Madrid, pero en cambio ellos sí han conseguido introducir la bici en las calles y en el transporte público.
¿Es necesario que el carril bici exista para poder fomentar el uso de la bicicleta?
El carril bici es muy útil para que usuarios de la bicicleta con poca seguridad en sí mismos se animen a usarla y así aumente el uso de este medio en la ciudad, aunque también puede ser peligroso si no está bien diseñado, especialmente en su conectividad.
El alcalde de Londres, Boris Johnson, que se mueve habitualmente en bicicleta, afirma que «conseguir una ciudad donde la gente pueda ir en bici de forma segura, fácil y divertida…requiere de cambios físicos y culturales en la ciudad, inversiones, un liderazgo político sostenido y acuerdos sólidos«. En esta ciudad ayudó entre otras cosas la «congestion charge», instaurada en 2003, que penaliza la entrada de vehículos en el centro de la ciudad.
Es necesario que los gestores municipales se preocupen por la calidad de vida y la humanización de las ciudades devolviendo protagonismo a los peatones y ciclistas.