Los asentamientos irregulares en los cinturones de las ciudades más pobladas constituyen un problema común para muchos países de Latinoamérica. México no es ajeno a este reto social, económico y político, que debe analizarse desde una perspectiva integral y sostenible por la complejidad de su realidad.

El crecimiento desmedido e incontrolado de las ciudades no tiene una solución rápida ni fácil. Ante la falta de oportunidades o la inseguridad en sus lugares de origen o de residencia habitual muchas familias se ven en la necesidad de buscarse la vida en grandes núcleos de población que supuestamente ofrecen más alternativas.

Empezar de cero no es fácil. Cuando los componentes de esas familias aterrizan sin prácticamente nada en las grandes urbes, ante la incapacidad de pagar una vivienda, como solución transitoria suelen asentarse a las afueras, en ejidos y colonias improvisadas, en calles sin pavimentar y sin alcantarillado, y a las que por supuesto no llega el suministro eléctrico, de agua o de gas.

Se trata de lo que, la legislación clasifica como asentamientos irregulares. Su contribución en cuanto a lo que impuestos se refiere suele ser irregular y, al no estar legalmente constituidos, no son reconocidos por los municipios. Las viviendas en estos asentamientos no atiende a ningún plan urbanístico, se levantan de forma improvisada y por fases, con materiales de escasa calidad, muchas veces en lotes procedentes de fraccionamientos ilegales en suelo de titularidad privada o ejidal.

Carecer de un título en propiedad del suelo sobre el que se asienta una vivienda supone un obstáculo para recibir suministro de agua. Las instituciones encargadas de la red municipal de agua en las zonas urbanas de México, exigen que los usuarios sean propietarios o arrendatarios del suelo.

El acceso al agua está por tanto directamente relacionado con la capacidad de acceso a financiación para adquirir un terreno o una vivienda en propiedad. Sin embargo, la tenencia legal de la tierra no siempre garantiza el acceso de la población de estos asentamientos al agua potable. Hay zonas en las que la red de agua no llega por tratarse de un área de baja densidad de población. El problema del acceso al agua en los asentamientos de más bajos recursos es una problemática compleja…

¿Cómo se hace posible entonces el acceso al agua en estos asentamientos? 

Los vecinos de las zonas conurbadas a menudo recurren al agua de acuíferos a través de pozos cercanos, con el riesgo que ello supone para su salud. Otros, se ven obligados a comprar pipas de agua o garrafones, lo que obviamente implica un gasto mucho mayor que si pagaran el suministro de agua de la llave.

La asignación de la infraestructura de suministro de agua potable sigue siendo un problema sin resolver en las áreas periféricas de muchas ciudades mexicanas. El acceso desigual de la población al agua potable subraya las diferencias sociales y económicas y reabre el debate internacional acerca del futuro de su manejo: ¿es el agua un recurso público al que por derecho deberían tener acceso todos los ciudadanos, o es un bien que debe ser privatizado para hacer rentable su gestión?

Fuentes: 

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