Lo que más llama la atención cuando uno aterriza en Copenhague son las vistas sobre un enorme parque eólico marino situado frente a la playa de Amager. Quizás el danés ya esté acostumbrado a estas panorámicas, pero para los que aterrizamos por primera vez en la capital danesa, esta obra de ingeniería verde es todo un espectáculo. Y más aún, cuando nos enteramos que está situado frente a una de las más populares playas de la ciudad. 

Hoy en día Middelgrunden es todo un símbolo para los daneses. Además de poder presumir de ser uno de los primeros parques eólicos marinos del mundo, el proyecto es el resultado de mucho esfuerzo, educación ciudadana y sobre todo confianza en las energías renovables. Además, para la industria danesa supuso un punto de inflexión gracias al cual se pusieron en marcha muchas empresas que hoy en día son líderes en investigación, construcción de aerogeneradores y producción de energía eólica.  

Y es que durante la crisis del petróleo de los años 70, Dinamarca fue uno de los países más afectados por la subida de los precios. La industria, la ganadería e incluso los propios ciudadanos en sus casas, vieron cómo su excesiva dependencia de los combustibles fósiles los dejaba fuera de juego. Así que con la lección bien aprendida, el Gobierno danés puso en marcha un ambicioso plan con el objetivo de ser 100% independiente de la energía fósil en 2050. Sin duda alguna, toda una declaración de intenciones que va por muy buen camino.

El milagro de Middelgrunden
¿Cómo una cooperativa llega a crear uno de los parques eólicos más famosos del mundo? Tan sencillo como hacer ver a la gente que el viento que sopla diariamente en la ciudad puede tener su lado positivo: producir energía limpia, ahorrar costes y por supuesto, generar beneficios económicos. 

La Middelgrunden Wind Turbine Cooperative surge en 1996 cuando un grupo de entusiastas de la energía eólica decide poner en marcha un parque frente a la playa de Amager. A simple vista, puede parecer un parque eólico más, pero si analizamos su impacto, vemos cómo el hecho de implicar a los propios vecinos a través de un accionariado público ha hecho que Middelgrunden sea todo un ejemplo de cómo la energía puede ser democrática y lo que es más importante, aportar beneficio medioambiental y económico a la sociedad.

La construcción de Middelgrunden comenzó en 2000, después de 4 años de investigaciones sobre su impacto en el fondo marino, las consecuencias económicas para los pescadores que faenan la zona y por supuesto, sobre cómo construir las 20 turbinas que conforman el arco. De hecho, una de las cuestiones que más preocupaba era el impacto visual que podía causar. Este aspecto suele ser muy controvertido cuando se decide apostar por la energía eólica y los daneses lo saben. De ahí que el Gobierno quisiera dejar claro desde el principio que no solo los habitantes de Copenhague y los bañistas de la playa de Amager, serían los únicos que verían modificado el paisaje. Así que se decidió que hasta la mismísima Reina de Dinamarca pudiera ver los aerogeneradores desde las ventanas de Amaliemborg, su actual residencia. Al fin y al cabo, es una ciudadana más.

Qué aporta
De las 20 turbinas que componen Middelgrunden, 10 pertenecen a la empresa energética DONG Energy y el resto a una cooperativa pública que se fundó cuando comenzó el proyecto. Cada una de ellas, tiene una altura de 102 metros y está ubicada en el estrecho de Orensund, entre Dinamarca y Suecia. Anualmente, el parque eólico genera unos 100 mil GWh, es decir el 3% de energía que consume la ciudad de Copenhague. De esta forma, se evita la emisión de 81.000 toneladas de CO2 anuales a la atmosfera; que no es poco para los tiempos que corren.

Hay que decir, que la energía eólica que producen en estos momentos todos los parques eólicos daneses supone el 30% del consumo. Es más, Dinamarca es hoy en día el segundo país en producción de energía eólica marina y todo un referente en investigación. De ahí que el próximo año, Copenhague acoja EWEA OFFSHORE 2015, el evento más grande del mundo sobre energía eólica marina. 

Y esto solo es el principio. Dinamarca sigue trabajando para que en 2050 pueda ser el primer país en el mundo carbono neutral, lo que significa sustituir el carbón por la biomasa, utilizar más energía eólica y solar en su suministro eléctrico, reformar los edificios de alto consumo energético y animar aún más a sus ciudadanos a utilizar la bicicleta y el transporte público.

Fotografías: Julia Fernández Chozas

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