Recién se celebró el Encuentro Nacional de Bioenergía y en su apertura el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Gabriel Delgado, destacaba el potencial de la Argentina en materia de biomasa, de la que hemos hablado muchas veces en la Comunidad Twenergy.
Delgado subrayó la importancia que ha cobrado en nuestro país los sectores agropecuario, agroindustrial, agroalimentario y agroforestal en el sector energético, más aún desde que la bioenergía se ha convertido en uno de los ejes estratégicos a nivel nacional e internacional.
Este tipo de energía, generada a partir de combustibles de origen natural (biomasa) es extraordinariamente limpia y sustentable, puesto que al tiempo que elimina excedentes o residuos de materiales, su combustión no contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero.
Al aporte de esta nueva alternativa de los combustibles fósiles se suman desde lo más obvio, como todos los residuos relacionados con la industria maderera (aserrín, corteza, costaneros) o del sector agrario (despunte, ramas, tocones), a los cultivos energéticos como el grano o, incluso, los desechos de procesos industriales, como la cáscara de frutos secos o los huesos de aceitunas.
Una prueba de este compromiso es el proyecto que recién arrancó en Río Cuarto (Córdoba), con el que un grupo de productores agropecuarios están generando energía con silo de maíz y estiércol. Dado que existe excedente de maíz, resulta mucho más sustentable consumirlo por esta vía que trasladarlo hasta el puerto para su transporte, lo que incrementaría la huella ecológica.
La experiencia nació en 2012 y llevan ya invertidos unos 60 millones de pesos. A día de hoy, la planta que se levanta en un predio de cuatro hectáreas está lista para generar más de 1 MWh de energía eléctrica, además de térmica. Los planes de los cerca de medio centenar de socios es conseguir clonar la experiencia de manera que el consumo promedio de Río Cuarto –unos 60 MHh- sea cubierto con bioenergía.
Otra experiencia exitosa en cuanto a bioenergía llega de la mano del INTA, cuyo Programa Nacional de Bioenergía asegura el suministro de fuentes y servicios sustentables, equitativos y asequibles de esta energía limpia. En línea con la FAO, el INTA analiza y estudia la viabilidad de la bioenergía y sienta las bases para la identificación de políticas que maximicen los beneficios para la economía sin por ello descuidar la seguridad alimentaria.