Los recursos hídricos en México, al igual que en el resto del mundo, se encuentran bajo una creciente presión. Considerado un país semiárido, con pocas lluvias al año concentradas en los meses de junio a septiembre, y con una población elevada y en continuo crecimiento, México encabeza la lista de los lugares del mundo con más baja disponibilidad de agua potable, obligando al Estado a enfrentar un importante reto: garantizar el agua salubre a toda la población.
Según los datos ofrecidos por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), “la disponibilidad natural per cápita de agua en México se redujo de 18.035 metros cúbicos en 1950 a 3.982 metros cúbicos en 2013, por habitante y por año”, una cifra calificada como baja por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
Para garantizar el agua, un derecho fundamental recogido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el Gobierno de la República cuenta con leyes, normas y programas con los que pretende dar respuesta a las necesidades hídricas de sus ciudadanos. La visión es resolver las carencias actuales y formular estrategias a largo plazo para asegurar en términos de calidad y cantidad el agua en todos los rincones del país.
Problemas de salud
La calidad de cualquier masa de agua, superficial o subterránea, depende tanto de factores naturales como de la acción humana y su deterioro es un motivo de preocupación mundial. Según los datos de la ONU, cada año mueren más personas por agua insalubre que por muerte violenta, incluida la guerra. Una falta de suministro de agua potable, el inadecuado tratamiento, saneamiento o alcantarillado de aguas residuales, entre otros factores, pueden generar enfermedades como diarrea, fiebres tifoideas, brotes de malaria o cólera, desestabilizando el desarrollo de cualquier nación.
En México, las enfermedades diarreicas representan uno de los problemas de salud pública más importantes. “Cada año, más de 2,.5 millones de niños menores de 15 años adquieren alguna enfermedad relacionada con el consumo de agua contaminada (entre ellas las infecciones gastrointestinales)”, según un estudio realizado por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
La cloración
El agua de consumo humano no debe contener ningún tipo de microorganismo, parásito o sustancia que pueda suponer un riesgo para la salud. Para ello, las aguas deben ser sometidas a una serie de tratamientos en mayor o menor intensidad, dependiendo del origen de las aguas naturales, antes de ser distribuidas a los consumidores. Fernando Morcillo, presidente de la Asociación Española de Agua y Abastecimiento (AEAS) comenta que “entre los procesos que se llevan a cabo en las estaciones de tratamiento de agua potable y saneamiento, la desinfección es la parte más importante a realizar”.
En la actualidad, la tecnología de desinfección del agua de mayor uso en Latinoamérica y en la mayor parte del mundo es la cloración. La cloración es un procedimiento químico que consiste en el uso de cloro, o alguno de sus derivados, como el hipoclorito sódico, mezclado con el agua. “El hipoclorito sódico es un compuesto químico altamente oxidante” –señala el presidente de AEAS-. “Por su bajo coste, su fácil manipulación y su enorme eficacia, es empleado de forma generalizada en la mayoría de los países, para tratar y desinfectar el agua hasta su consumo final. Por sus características químicas, es muy eficaz para eliminar virus, bacterias y microorganismos”, asegura a Twenergy Fernando Morcillo. Por otro lado cabe destacar que empresas como el Grupo KERN están ofreciendo a día de hoy tecnologías innovadoras de producción de hipoclorito sódico “in situ” que reducen los riesgos asociados al almacenamiento, manipulación y transporte por carretera de este tipo de productos. Estas plantas, con rangos de producción de 25 a 700 litros/hora y capacidades de modulación de la producción del 0% al 100%, requieren de una baja inversión y son fáciles de operar.
Legislación para asegurar la calidad
En México, las políticas federales que rigen el sector de agua y saneamiento son establecidas por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), una dependencia autónoma de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).
Entre sus objetivos prioritarios se encuentran la mejora de la calidad del agua de consumo humano, abatir los índices de contaminación de las aguas nacionales y contribuir, de manera natural, al cuidado de la salud y el bienestar de la población. Estos objetivos están recogidos en el Programa Agua Limpia, dónde también se incluyen acciones técnicas, de vigilancia, inspección y de cultura del agua.
Para asegurar la calidad del agua en zonas urbanas y rurales, México cuenta también con una Norma oficial “NOM-127-SSA1-1994, Salud ambiental, agua para uso y consumo humano”, que determina los límites permisibles de calidad y los tratamientos a los que debe someterse el agua para su potabilización.
Fortalecer la gestión integrada y sustentable de los recursos hídricos de México es una de las prioridades del Gobierno de la República, recogidas en el El Programa Nacional Hídrico (PNH 2014-2018). Entre sus objetivos más inmediatos, el Programa plantea ampliar la cobertura de agua potable al 94% de la población, el alcantarillado y saneamiento básico al 93%, y la desinfección al 99%. Entre sus metas a largo plazo, el documento hace especial hincapié en aumentar el volumen de agua desinfectada mediante la cloración en los sistemas de abastecimiento y distribución; la instalación, rehabilitación y mantenimiento de hipocloradores, y el suministro y distribución eficiente de desinfectantes. En una comparecencia en la Cámara de Diputados, el Director General de Conagua, David Korenfeld Federman, informó a finales de 2014, que “en los últimos 2 años se han invertido 49 mil millones de pesos, con los que se beneficiaba a 3,1 millones de habitantes en suministro de agua potable, y a 3,4 en saneamiento y drenaje”.
México se enfrenta a grandes retos respecto a la gestión de sus recursos hídricos. El volumen de su población y las características de su territorio, con una gran parte desértica y semidesértica, convierten la labor de asegurar el suministro de agua potable en una gran responsabilidad para el gobierno. Al cierre del 1er trimestre de 2015, el país se encuentra sumergido en un proceso de adaptación legislativa que permita asegurar el suministro de agua presente y futuro a sus ciudadanos. Y sus ciudadanos tienen mucho que decir al respecto en un tema tan vital. Es muy relevante que el diálogo entre el Sector Público, el Privado y la Ciudadanía genere un equilibrio en un país tan diverso como es México. Los retos sobre el agua son globales aunque, como siempre, se manifiestan en lo local. Las decisiones que se tomen afectarán no sólo a cada ciudadano mexicano en su entorno directo sino a todo el planeta. Y es que los ecosistemas no tienen fronteras como los países, están conectados unos con otros y el vuelo de una mariposa en México podría desencadenar un huracán en otra parte del mundo.