Calles inundadas, postes eléctricos caídos, casas y hoteles destruidos… Esa fue la devastadora estampa que dejó el huracán Odile a su paso por Baja California Sur en Septiembre de 2014. El agua, fuente de vida, pero también de destrucción, capaz de arrasar todo lo que encuentra a su paso, sumía en el caos a Los Cabos y La Paz.
La tormenta tropical provocó cortes de luz e internet dejando a miles de personas incomunicadas. Paradójicamente, la caída de fuertes lluvias arruinaba también la infraestructura para el suministro de agua en una región tradicionalmente afectada por la sequía. En las poblaciones rurales los efectos del paso del huracán fueron aún peores; muchas casas perdieron parte o todo su techo, obligando a las familias a dormir prácticamente a la intemperie.
Días después, el agua potable era uno de los recursos más codiciados entre los damnificados. En los Divisaderos, población del municipio de La Paz, el agua del riachuelo que abastece al pozo del que toman las familias que viven en los ranchos empezó a amarillear y a enturbiarse por la basura y los excrementos arrastrados por el caudal formado por las fuertes lluvias.
Tras un análisis de su calidad y composición, se detectaron en el agua partículas fecales que ya estaban empezando a causar problemas intestinales a los vecinos. La preocupación de las familias no era para menos; los problemas de desnutrición y anemia que sufren algunos niños mexicanos de comunidades con menos recursos se deben, en muchas ocasiones, a la proliferación de parásitos en el intestino, que son ingeridos al tomar agua contaminada o al llevarse las manos sucias de tierra a la boca. A medida que van tomando mayor tamaño, esos parásitos van absorbiendo los nutrientes que los pequeños necesitan, impidiendo que crezcan saludables.
Abastecer con agua potable hogares y escuelas fue, por ese motivo, una prioridad para el equipo al frente de la empresa social EOZ, que se movilizó para recaudar donativos con el fin de hacer llegar filtros purificadores a los damnificados de este área como parte de la campaña “100% Agua Limpia para México”. Gracias a los filtros donados a la escuela rural federal de Divisaderos y a los ranchos de la población, los niños de preescolar y primaria pudieron tomar agua segura de la misma forma que lo hacen otros niños en las urbes mexicanas: abriendo el grifo.
No era la primera vez que esta empresa mexicana afincada en La Paz se comprometía con una causa social, respondiendo a una situación de emergencia humanitaria. De hecho, EOZ es una asociación civil con mecanismo de autofinanciamiento que, desde 2009, se apoya en su vertiente comercial para hacer sostenibles los proyectos sin fines de lucro que impulsa con la ayuda de otras organizaciones civiles, instituciones académicas, gobierno, fundaciones y personas voluntarias.
El grupo EOZ patenta, fabrica y comercializa purificadores de agua para hogares y dedica parte de los beneficios obtenidos a proyectos de suministro de agua potable a comunidades rurales y periurbanas marginadas de México.
Un modelo de negocio rentable y comprometido
México cuenta con el dudoso honor de ocupar las primeras posiciones en el ranking de países del mundo que más agua embotellada consumen. Según los datos facilitados por un informe de la Beverage Marketing Corporation, el consumo por persona de agua embotellada es de 234 litros al año.
Teniendo en cuenta que ya hace unos años México superó en un 40% a Estados Unidos en lo que al consumo de refrescos por persona se refiere, resulta obvio que los mexicanos no solo beben el agua embotellada sino que además la usan para otras cosas. Y sí, en efecto, en la cocinas de muchas familias mexicanas se usa agua embotellada para lavar y cocinar los alimentos.
Según las autoridades, el agua que sale por los grifos de las viviendas del interior del perímetro urbano de las ciudades mexicanas cumple con todas las normas para el consumo humano, pero los mexicanos desconfían de su calidad.
Esta realidad convierte a la comercialización de agua embotellada en un negocio redondo. El precio del líquido elemento en botella puede llegar a ser 1.000 veces el precio del agua del grifo. Filtros como los comercializados por EOZ pueden suponer un ahorro importante en el presupuesto familiar destinado a la compra de agua para uso doméstico en México.
Además de ser rentable, EOZ plantea un modelo de negocio comprometido y solidario, que reinvierte parte de sus beneficios en la mejora de la calidad de vida de personas que viven en zonas marginadas, reduciendo significativamente las probabilidades de que padezcan una enfermedad gastrointestinal y parasitaria por tomar agua contaminada.
“Las comunidades donde trabajamos son las más aisladas y no tienen acceso a agua potable ni embotellada, toman agua de fuentes a cielo abierto, pozos, manantiales, ríos, charcos o presas. Los filtros que instalamos para ellos son específicos para sus necesidades, eficientes para agua muy turbia, robustos, sencillos, duraderos y pueden instalarse en cualquier
contenedor que tengan disponible. Usan un cartucho de microfiltración por fibras huecas que se conecta a una llave normal de plástico cuando son comunidades sin luz. Para comunidades con suministro de electricidad, instalamos el cartucho de microfiltración y además la llave de desinfección por luz ultravioleta”, explica Flor Cassassuce, directora general del Grupo EOZ.
Por si esto fuera poco, al no usar botellas o galones de plástico, se evita el consumo de polietileno tereftalato (PET), material obtenido de los hidrocarburos, que tarda hasta 500 años en degradarse.
Se estima que en México se consumen alrededor de 800 mil toneladas de PET al año, con un crecimiento anual de 13%. Solo un 15% de los envases de PET consumidos en el país se recicla; el resto acaban en rellenos sanitarios, cauces, calles o vertederos clandestinos, con el grave perjuicio medioambiental que ello supone.
Flor Cassassuce, afirma que desde 2009, cuando se inició el proyecto “100% Agua Limpia para México”, se han instalado 11,500 filtros en hogares rurales con un promedio de seis integrantes por familia, lo que hacen un total de 69,000 personas beneficiadas aproximadamente.
Gracias a la iniciativa “100% agua limpia”, EOZ se presenta como un buen ejemplo de negocio sustentable desde el punto de vista económico, social y ambiental que, a través de una solución efectiva, ha sido capaz de dar respuesta a un necesidad básica y a un problema acuciante: la calidad de vida de las familias rurales de México, específicamente la de los niños, los más vulnerables. Los niños del pueblo de Divisaderos hoy tienen más esperanzas de un futuro mejor.
Fuentes: Grupo EOZ | Oxfam México | Twenergy