Muchos recursos y muchos desechos. Las cápsulas tipo Nespresso utilizan una gran cantidad de recursos en su producción y son muy difíciles de reciclar. La razón es la complejidad de su envase, hecho en un 95% con una mezcla de plástico y aluminio que hace que sea muy complicado procesarlas en las plantes de reciclaje. Además, cada pequeña cápsula es un derroche de recursos en sí mismo: para seis gramos de café se utilizan tres gramos de envoltorio.

La Ley de envases y Residuos no consideran las cápsulas de café como envases, ya que la cápsula es indivisible del producto que contienen. Por este motivo, no podemos depositarlas en los contenedores amarillos y reciclarlas junto a otros envases como briks o latas. De ahí, que muchas marcas como Nestlé ofrezcan programas de recogida y reciclaje de este tipo de cápsulas.

Con todo, pocos hogares se han resistido a las atractivas monodosis que patrocina el mismísmo George Clooney. Su consumo no ha parado de crecer. Según datos de Rabobank, entre 2007 y 2014 el mercado del café en cápsulas creció un 26% anual en todo el mundo, ocho veces más rápido que el resto de te tipos de café juntos. Los que más consumen son Estados Unidos y Europa, con países como Italia, Suiza y España a la cabeza. Por ahora, sólo la ciudad de Hamburgo ha tomado medidas para reducir este tipo de residuos prohibiendo que las máquinas de café de los edificios públicos funcionen con estas cápsulas tan poco sostenibles.

 

Existen otras alternativas

No todas las cápsulas de café que encontramos en el mercado son perjudiciales para el medio ambiente. Por ejemplo, las Senseo, de la marca Phillips son biodegradables. También lo son las de la marca ecológica Alternativa y la neozelandesa Honest Coffee Company, que ofrece monodosis 100% biodegradables, algunas incluso compatibles con las máquinas Nespresso.

Los esfuerzos en busca de encontrar la cápsula de café más sostenible no cesan: el diseñador Eason Chow (Singapur) propuso reemplazar el envase de plástico por un azúcar soluble, parecido a una bola de chicle; mientras el productor italiano Caffe Vergnano apuesta por una cápsula de biopolímero capaz de descomponerse de forma natural.

Otra opción es consumir recargables, unas pequeñas cápsulas que se abren y puedes meter dentro el café. Tras su uso se lavan y se utilizan nuevamente. Suelen estar hechas de plástico, de silicona o de acero inoxidable.

Y para los más creativos, está la opción de hacer manualidades y reciclar las cápsulas de café tradicionales para fabricar objetos decorativos como lámparas o incluso accesorios como bolsos, anillos o collares. Una forma de darles una segunda vida y reducir residuos.

 

Fuentes: bbc.com

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