De los 17 caladeros más importantes del mundo, 15 están a punto de agotarse por sobreexplotación según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura). Las nuevas tecnologías como los rádares, el sónar o las redes de arrastre impiden que los peces se escondan y reproduzcan en las profundidades marinas, antes santuarios reservados para estos menesteres. Es la hora de aprender de la naturaleza y en Alaska lo llevan haciendo desde hace muchos años.
La ciudad de Valdez, un desastre ecológico y pesca sostenible
Valdez es uno de los paraísos para ver ballenas, orcas, todo tipo de aves ligadas al agua salada como águilas que pescan salmones rojos, elefantes marinos, icebergs y cómo no, glaciares a 100 metros de nuestra cara. Pero todo esto de lo que vive este lugar, casi se destruye por completo en dos ocasiones.
La zona de Delta del Río Cooper en el Prince William Sound era de aguas profundas, la pesca era abundante y fácil. El Viernes Santo de 1964, debido a un terremoto, el fondo se elevó casi dos metros, lo que dificultó el acceso de los barcos a los caladeros y contribuyó a la formación de oleajes más violentos; en 1989 esta región norteña sufrió el desastre ecológico más grande de América. El Exxon Valdez, un petrolero, chocó con un arrecife de coral vertiendo más de 41.000 millones de litros de crudo. Aún hoy se pueden ver las manchas del negro petróleo en las rocas, junto a las focas y otros animales que dependen del mar. Los españoles que leamos esto, sabemos de que se trata ya que sufrimos en nuestras costas gallegas un accidente parecido en el 2003, con el hundimiento del petrolero Prestige y sus 70.000 toneladas de crudo que se vertieron al Atlántico.
Pero no seamos pesimistas y veamos el lado bueno que nos regala la pesca sostenible. En Valdez han aprendido la lección y tras varios años de concursos de pesca con un número ilimitado de embarcaciones y toneladas de captura se dieron cuenta de que se estaban quedando sin peces (salmón de varios tipos y halibut), entonces escucharon a la naturaleza. Además, tras el maremoto, las técnicas pesqueras cambiaron para ajustarse a las nuevas circunstancias. De los pequeños fueraborda de redes izadas a mano se ha pasado a barcos con motor interno y sistema hidráulico para recuperar las redes.
La pesca sostenible aquí la enseña el mar con sus ciclos, las estaciones y como no, las tormentas. En esta parte del mundo las aguas se congelan desde octubre hasta mayo, por lo que la pesca en esa época es muy complicada, por no decir casi imposible, las tormentas que azotan la costa el resto del año tampoco hacen viable una pesca intensiva y menos por los grandes barcos pesqueros.
Para poder tener en las redes los deliciosos salmones o los blancos halibuts, el número embarcaciones a las que permiten faenar se ha reducido a pequeñas flotas de 400 a 500 barcos. Además, estos pesqueros no pueden superar los 30 pies, así son más manejables y pueden sortear las terribles tormentas del golfo, unas de las más peligrosas del Planeta. Si eres un nuevo patrón, deberás comprar una cuota (son limitadas) a algún otro que haya dejado de pescar para poder reemplazar su puesto. Con esto se ha conseguido recuperar los caladeros y disponer de piezas de mayor tamaño en las redes. No en balde, Juneau, la capital de Alaska, dispone de certificados de calidad (ISO) en cuanto a pesca sostenible desde hace décadas, siendo junto con Canadá e Islandia, un ejemplo a seguir por el resto de pescadores del Mundo.
La pesca sostenible evita que las cadenas alimenticias del mar se rompan, ayudando a los grandes cetáceos y otros mamíferos del mar a disponer de alimento y regalarnos imágenes espectaculares como las que podéis ver en el vídeo. ¿Y a ti, te gustaría que tus hijos y nietos pudieran ver ballenas?
¿Quieres ver más fotos de Alicia en Valdez?
Fuentes: Twenergy / imágenes aportadas por Alicia Sornosa
* Este nombre se escribe con “v” en Inglés y se pronuncia “cordóva”; en español sería “córdoba” Más información en www.alaskaseafood.org