Eso mismo debió de ser lo que pensaron dos arquitectos que formaban parte del Programa de Emergencia Volcánica (Proevo), que se creó y que coordinaba la Universidad Nacional de Río Negro, cuando tuvieron la descabellada idea de fabricar ladrillos con esas cenizas volcánicas.
Los dos arquitectos pusieron en práctica la idea, fabricaron los primeros 64 bloques con cenizas y éstos pasaron los exhaustivos ensayos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Los bloques, de 30 centímetros de largo, 20 de ancho y 15 de alto, ya están patentados con el nombre de Block –T, abriendo la puerta a un nuevo modelo de arquitectura sustentable. Así fue posible utilizar este material que, según la distinta resistencia de cada tipo de ladrillo, se utiliza con diferentes propósitos, desde formar parte del techo a funcionar como aislante del frío patagónico.
En este desarrollo, el diseño de los ladrillos ha ocupado un lugar muy importante y gracias a eso reduce el costo de construcción de las viviendas al no necesitar mezcla con cemento. Los bloques de cenizas se unen entre sí mediante un sistema de encastres, secándose al natural. Además, estos ladrillos cuentan ya con espacios para cañerías y cables de luz. A la reducción de costo hay que sumar también la de tiempo, pues los inventores del ingenio aseguran que éste permite construir muy rápidamente, pudiendo levantar una casa de 45 metros cuadrados en un solo día.
Al trabajar con una matriz de forma, la maquinaria que produce estos bloques hipercomprimidos los fabrica a gran velocidad. El problema que buscan ahora resolver es cómo disponer de esta maquinaria en la región afectada para poder producir a mayor escala, porque de otro modo el transporte de la ceniza elevaría demasiado el costo.
No es esta la única utilidad que los científicos están buscando a estas cenizas volcánicas. Otro grupo de científicos de la Universidad Nacional del Comahue está intentando que las cenizas sustituyan parcialmente al cemento en las construcciones. Para ello, cuentan con la colaboración de, incluso, el Centro Atómico Bariloche, que ya está testeando las primeras combinaciones de ceniza súper fina (10 micrones), agua, cemento, arena y cal, que serviría para crear mezclas de unión de ladrillos o preparaciones de hormigón. Además, desde el INTA en Bariloche y el Conicet también investigan si las cenizas volcánicas podrían ser insecticidas naturales efectivos contra las plagas.
Fuentes: Twenergy / Clarín / proevo.com.ar / ign.gob.ar / Flickr