Los biomas o paisajes bioclimáticos, como también son conocidos, son extensiones geográficas en las que bajo unas mismas condiciones climáticas se comparte un tipo de flora y fauna.
En el caso concreto de nuestro país, el abanico de biomas terrestres es muy numeroso, con clases tan distintas como la Selva Misionera, con una flora exuberante de quebrachos, laureles o lapachos negros, en donde habitan carayás, yaguaretés o tucanes; al desierto andino con sus cactus y sus pumas y cóndores, pasando por el desierto antártico, donde tundra y lobos marinos sobre viven a temperaturas muy inferiores a os 0ºC.
Dada su importancia natural, resulta crucial establecer los mecanismos para protegerlos y garantizar que no se deterioren. La declaración como Parques Nacionales se ha convertido en una de las fórmulas de protección, como prueba el Parque Nacional Laguna, situado entre Rinconada, Lagunillas, Yoscaba, Cieneguillas y Pozuelos.
Se trata de un extenso altiplano por encima de los 3.500 metros sobre el nivel del mar, en el que sólo en la laguna de este bioma se pueden dar hasta 90 especies aladas, únicas de la Puna y los Altos Andes.
Dentro de esta clasificación de biomas, uno de los más interesantes, pero que ha sido más complicado proteger son los acuáticos, concretamente, los humedales. El motivo ha sido que tradicionalmente, muchas personas los han percibido como una molestia cuando, en realidad, son de una gran utilidad medio ambiental.
Y es que este tipo de biomas constituyen un suministro natural de agua, al tiempo que en las regiones en las que se asientan contribuyen a prevenir las inundaciones, dada su capacidad para asumir el exceso de agua de otras fuentes. No podemos olvidar, además, que gracias a ellos se recargan los acuíferos.
Dos de los biomas acuáticos más representativos son las cuencas del Plata y, de menor extensión, la del Salado. En el caso de éste último, se ha convertido en la espina dorsal de los ecosistemas pampeanos, desembocando en la Bahía Samborombón, donde se dan cita cangrejales, bañados y pantanos salobres.
Afortunadamente, atrás han quedado los tiempos en los que los biomas acuáticos se despreciaban o, incluso, se apostaba por drenarlos para recuperar el uso de las tierras. Tanto es así que a principios de año se anunció una futura ley para proteger los humedales, desde la Laguna de los Pozuelos en Jujuy, pasando por los Esteros del Iberá, por el Palmar Yatay de Entre Ríos y la reserva de la Costanera Sur, hasta la Península Valdés.