A raíz de la crisis económica que comenzó en el año 2007, en Europa, y más contundentemente en España, nos hemos habituado a oír hablar de familias con problemas, de personas que dependen de su día a día de Caritas, de desahucios, de pobreza infantil, de pobreza energética, etc. En algún momento critiqué que los medios de comunicación masivos no solían hacerse eco de estos problemas, sin embargo el asunto ha cogido tales dimensiones que estos asuntos relacionados con la pobreza empiezan a ser noticia.
La repuesta, más o menos, que me dio la funcionaria de la Comisión fue la siguiente “En la directiva eléctrica del 1996 se introdujo el concepto de cliente vulnerable, pero dejó su concreción a los distintos estados miembros. “ En la trasposición de la Directiva los estados han ido definiendo qué clientes tenían que salir al mercado en competencia y cuales podían quedarse en una tarifa fijada, por los gobiernos o los reguladores. Pero esta definición nada tiene que ver con los clientes que no pueden pagar la factura energética para mantener su vivienda, en invierno, a unos niveles de 18 grados que son de los que se habla cuando nos referimos a pobres energéticos.
La funcionaria siguió explicando que “actualmente existe un Grupo de trabajo en la comisión que intenta definir con claridad que se debe entender por cliente vulnerable”, ¡esta es una buena noticia!, por otra parte “la Comisión no es partidaria de resolver este tipo de problemas con políticas de precios energéticos, considera que los precios energéticos deben ser resultado de los mercados en competencia, y que deben ser las políticas sociales quienes se ocupen de estos problemas”
La respuesta de la comisión parece lógica, no tendría sentido, a priori, que tuvieran que ser las empresas energéticas quienes tuvieran que resolver un problema que tiene que ver fundamentalmente con el nivel de pobreza/ riqueza de los consumidores de energía. Este problema surge como consecuencia de la pérdida de ingresos de las familias, por razones de la crisis, que ha empobrecido a muchas tanto en Europa como en España.
En España nos hemos inventado el bono social eléctrico que por una parte lo soportan las empresas, en este caso eléctricas, o el resto de clientes eléctricos, práctica que al menos es discutible, y por otra viene a suponer un descuento del entorno del 25% sobre la factura de un cliente que si puede pagar. Descuento que sigue siendo insuficiente para muchas familias, luego ¡esta no es la solución!
El problema es un problema de pobreza, al margen de que lo califiquemos como queramos, pobreza infantil, desahuciados de su vivienda, pobreza energética, etc. y de esto el Estado español tiene que ser consciente. Un país como España que pretendía ser la 8ª potencia económica mundial y con una renta per cápita que ronda los 30.000 euros, no puede ni debe mirar a otro lado estando las personas que viven aquí en esta situación.
Nosotros en Energía sin Fronteras hemos reflexionado sobre esto, veníamos haciendo nuestros proyectos de Agua y energía en los países en desarrollo, ahora nos estamos replanteando desarrollar una parte de nuestra actividad en España. Ya hemos colaborado en la electrificación de un Albergue para Indigentes en España y creemos que mientras las cosas no cambien, acercarnos a los pobres energéticos de este país debe convertirse en una de nuestras prioridades.
Finalmente, quiero hacer una loa a aquellas empresas energéticas que aun sabiendo que este no es su problema han empezado ya, dentro de su responsabilidad social corporativa, a actuar firmando acuerdos con algunos ayuntamientos para ayudar a mitigar el problema. ¡Nuestras felicitaciones!
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