Las bicicletas eléctricas ganan adeptos y, al menos en Europa, aunque baja la venta de ciclos convencionales, sube la de las propulsadas por electricidad (según el New Yor Times, en Alemania, ocupan un 11% del mercado. En los Países Bajos, su venta se incrementó un 9% el año pasado). De ahí que los investigadores sigan trabajando en perfeccionarlas: por un lado, en Australia, científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur han lanzado la Hy-Ciycle, una bicicleta eléctrica propulsada por hidrógeno. Por otro, la francesa Alter Bike de Gitane se alimenta con pilas de hidrógeno. Vamos a ver cómo funcionan.
El invento más reciente es el de la Hy-Ciycle: se trata de una bicicleta que puede alcanzar una autonomía de 125 kilómetros y una velocidad máxima de 35 kilómetros por hora con una sola carga de batería, que además resulta bastante económica (no llega a los dos euros), y que demuestra que el hidrógeno serviría como combustible para una movilidad más sostenible (aunque el problema de los coches es que resulta incómodo llevar un bidón de hidrógeno tan grande y que no hay aún suficientes puntos de recarga). El motor de asistencia al pedaleo lleva una pila de hidrógeno de 2.5 kilos, diseñada lógicamente para impedir que el gas se volatilice. La idea es que este bidón no sea recargable, sino que lo sustituyamos por otro: de esta manera, sólo tardaríamos unos 30 segundos en esta operación. Y si, como decíamos, para los coches es engorroso llevar bidones de repuesto, para una bicicleta sí resulta posible (se pueden llevar, por ejemplo, varios bidones en una mochila). De todas formas, los investigadores continúan trabajando para aumentar esa capacidad de almacenamiento del hidrógeno, para obtener un mayor rendimiento.
Los responsables del proyecto, el profesor Kondo-Francois Aguey-Zinsou y su equipo, han conseguido un método de compactación de 100 litros de hidrógeno en tan sólo 50 gramos, lo que representa un logro muy importante para el suministro de energía portátil. Y es que las bombonas de hidrógeno tienen, como decíamos, un coste bajo, y además se pueden reponer con facilidad. El hidrógeno es una energía limpia y económica, que, según estos investigadores, competirá dentro de un tiempo con otras renovables como la solar o la eólica.
La idea de una bicicleta propulsada por hidrógeno no es nueva, aunque a muchos les parezca que hablamos casi de una nave espacial. Hace unos meses, la francesa Gitane presentaba su Alter Bike, ideada como un trabajo conjunto de las compañías Cycloeurope, Pragma Industries y Ventec. Alter Bike también funciona con una célula de hidrógeno que se recambia (no se rellena), lo cual ya supuso una revolución en el sector. Por un lado, por la facilidad del repuesto. Por otro porque no te “limita” a cuando se te acabe la pila, sino que puedes reponerla con facilidad (aunque no olvidemos que siempre puedes seguir pedaleando…).
El principal logro del equipo impulsor de Alter Bike fue la creación de una nueva generación de pilas de combustible de hidrógeno, así como conseguir el almacenamiento en recipientes reciclables y diseñar una estructura eléctrica específica para la pila que acompaña el motor de la bicicleta eléctrica. La Alter Bike no estará disponible en tiendas hasta el año que viene, aunque está previsto que primero funcione como servicio de alquiler para probar su funcionamiento.
Por último, también el fabricante alemán Electrolyte anunciaba hace poco el lanzamiento de una bicicleta con pila de combustible de hidrógeno, la Electrolyte Vorradler S3 FC, con una sorprendente autonomía de 480 kilómetros de pedaleo asistido, muy superior al resto de modelos vistos hasta ahora. El motor de esta bici está alojado en la rueda trasera y la batería, en el cuadro de la bicicleta, donde también se encaja el sistema de hidrógeno.