La luz representa aproximadamente el 20% del consumo energético en los hogares, por lo que nos conviene tener algunos trucos sencillos para cuidarla y ahorrar energía.
Consejos básicos para ahorrar energía
- No despistes el horario: consulta con tu compañía eléctrica si existe una tarificación nocturna, es decir, si resulta más económica la electricidad por la noche. Si es así, algunos electrodomésticos que más consumen pueden esperar: lavadoras, lavavajillas, incluso horno o vitrocerámica si vas a cocinar para el día siguiente. Esta tarifa suele encajar muy bien con quienes trabajan fuera de casa, y no suelen ser 100% nocturnas, sino que arrancan a horarios prudentes.
- Ojo con el calor en verano: si es verano, no abras la casa de par en par todo el día. Sólo a primera hora de la mañana y de noche, cuando refresca o bajan los termómetros, para que no entre calor. Procura no sólo cerrar ventanas, sino hacer sombra, con cortinas o persianas. Es el método tradicional ¡y funciona!
- No lo dejes escapar en invierno: si hace frío, con ventilar la casa 10 minutos al día es suficiente. No es necesario que hagas una gran corriente ni que dejes escapar gratuitamente el calor de hogar que te cuesta mantener, porque no por más tiempo con las ventanas abiertas ganarás salud ni más aire puro. Al contrario, perderás energía.
- Ten cuidado con las fugas de energía: es decir, aísla tu casa. Unas ventanas y puertas sin fugas son clave para que no se vaya el calor (y tampoco entre frío). Si tienes buenos muros, o si puedes invertir en aislarlos correctamente, será un dinero muy bien aprovechado.
- Pon cortinas y alfombras: tus abuelas tenían razón. El frío y el calor entran y se van por las ventanas y los suelos. Podemos ahorrar hasta un 25% en calefacción gracias a ellas en invierno. Y en verano, las cortinas cerradas nos ayudarán a tener la casa a la sombra.
- Cuidado con los aires acondicionados: en las zonas más calurosas, en verano podemos necesitar aire extra. En principio, un ventilador de techo gasta prácticamente lo mismo que una lámpara (y 20 veces menos que un aire acondicionado) y suelen ser bastante efectivos. Si insistimos en el aire acondicionado, debemos cuidar que no haya fugas, y no exagerar con las temperaturas: la ideal oscila entre los 24 y 26 grados.
- Atento a tu nevera: el refrigerador es uno de los electrodomésticos que más consume. Puede llegar al 30% de nuestra cuenta de la luz. Es importante, por tanto, que lo tengas bien regulado, con una temperatura adecuada (entre el 2 y el 3 en las áreas de clima templado y entre el 3 y el 4 en los más calurosos), que no le dé el sol, descongelarlo periódicamente para que no gaste energía en exceso y, por supuesto, con las puertas abiertas el mínimo imprescindible.
- Las bombillas, de bajo consumo: no nos cansaremos de repetirlo. Hay que despedirse de los bombillos tradicionales y las lámparas halógenas, que gastan 10 veces más que uno de bajo consumo. Es verdad que son más caras, pero a la larga amortizaremos su consumo, puesto que su vida útil es mucho más larga (entre 8.000 y 10.000 horas).
- El famoso Stand by: recuerda desenchufar todo lo que no estás usando, especialmente de noche. Eso incluye teléfonos, computadores, televisión, equipos de música y demás aparatos que, pese a no estar en uso, mantienen un consumo con su lucecita roja. Se calcula que entre un 5 y un 20% de tu factura puede deberse a ese gasto invisible. No olvides que esto repercute también en el planeta.
- Dúchate, no te bañes: y las duchas, que no superen los siete minutos si no quieres que la cuenta del agua y del gas (o de electricidad, si tienes termo) se disparen.
- Los platos y la ropa, con agua fría: recurre al agua caliente sólo cuando sea imprescindible. Si los platos o la ropa no están muy sucios, con los buenos detergentes que tenemos hoy en día y agua fría se puede lavar muy bien.
- Planta árboles en tu jardín: no sólo se verá más bonito y mejorará la calidad de tu aire, sino que en verano contribuirán a crear sombra y mantener el frescor de tu hogar.