Categorías: Agricultura ecológica

Los pequeños jardines comunitarios de Alemania

A diferencia de otros países como Norteamérica, no se trata de jardines y huertos cultivados conjuntamente por un grupo de personas, sino que cada persona tiene su propia parcela que cultiva por separado.

Estos jardines tienen algunas normas que se deben cumplir: por ejemplo, al menos el 20% de las plantas deben ser comestibles y en el resto del terreno uno puede cultivar lo que desee. Cada parcela incluye un pequeño cobertizo para las herramientas y demás utensilios de jardinería, así como para almacenar los frutos, legumbres y tubérculos, servir de invernadero o guardar los juguetes de los niños. Los hay que se han construidos una verdadera casita de campo en miniatura, aunque no esté permitido pernoctar en las parcelas porque la administración no desea que se conviertan en una segunda o, incluso, primera vivienda.

Su función primordial está unida a sus orígenes que se remontan al último cuarto del siglo XIX, cuando hacendados, municipios, organizaciones de caridad e iglesias pusieron algunos de sus terrenos por parcelas a disposición de las gentes para paliar el hambre y la pobreza que entonces reinaban. Por la misma razón, después de la II Guerra Mundial jugaron un papel fundamental en la vida de muchas familias que completaban su dieta con lo que cultivaban en sus pequeños huertos.

La nueva generación que poco a poco está tomando posesión de estas parcelas no tienen la necesidad de cultivar para comer. Para ellos son jardines recreativos donde liberar las tensiones sembrando y cuidando los cultivos, hacer barbacoas con los amigos o intentar cultivar un huerto ecológico para uso propio, de sus familiares y amigos.

Es una de las mejores ideas que he visto hasta ahora en Alemania. Supone una pequeña inversión inicial de unos 1.000 a 3.000 euros para pagar el cobertizo al dueño anterior que lo levantó y por el traspaso de las plantas, luego todo queda reducido a un alquiler anual de 200 o 300 euros que incluye luz y agua. El resto depende del esfuerzo que pongas en cultivar tu propio huerto. ¡Un esfuerzo con una deliciosa recompensa!

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