China es una de los principales emisores de CO2 del mundo junto con Estados Unidos. Su rápido desarrollo económico está generando, además, que los niveles de contaminación del aire se sitúen hasta 500 veces por encima de lo considerado como “peligroso” por la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, y aunque muchos medios sólo aborden lo negativo, la contaminación en ciudades como Pekín se redujo un 5% el año pasado.
China superó a Estados Unidos como primer consumidor mundial de energía en 2011. Y hace bien poco también le superó como primer importador de petróleo del mundo. Las importaciones chinas de crudo, durante la última década, se han multiplicado por siete; mientras que Estados Unidos ha reducido su consumo un 3%. China, por tanto, se está desarrollando muy rápidamente. Pero este desarrollo tiene también un coste medioambiental elevado. El gobierno de Pekín sabe que la contaminación constituye un desafío muy grave. Pero ahora estamos elaborando un plan, que se extenderá hasta 2017, para adaptar el consumo energético a la sostenibilidad medioambiental, nos comenta Guo Weiqiang, Concejal del Ayuntamiento de Pekín. Estamos atajando, con las leyes, problemas como la polución. Y también estamos sustituyendo las centrales de carbón por otras energías más limpias como el gas, concluye. En Pekín, por ejemplo, las partículas finas PM2.5 se han reducido un 20% desde Enero.
¿Se notan realmente las políticas para mejorar el medioambiente? Muchos ciudadanos se siguen quejando del tráfico rodado, aunque hay ya algunos coches eléctricos y el transporte público en ciudades como Pekín está muy concurrido.
Viajando fuera de Pekín, además, hemos podido constatar que las políticas respetuosas con el medioambiente se están implementando por toda China. El medioambiente, como bien público, tiene también una derivada económica. Menos contaminación, por ejemplo, se traduce en más turismo. Nuestra oferta turística es muy respetuosa con el medioambiente. Cuidamos del agua y la tierra porque, en caso contrario, el turismo se resentiría. Se trata de una política gubernamental en toda China. Sin cuidado del medioambiente, como ha venido sucediendo hasta ahora, la economía no puede funcionar; asegura He Yaping, presidenta del consejo turístico y cultural de Hengdian (Zhejiang).
El coste medioambiental del desarrollo económico es algo que se debe computar, nos cuentan desde Pekín, al tener una derivada clara de salud pública. E impide explotar el inmenso potencial turístico de una nación milenaria como es China. Se están tomando medidas. Y se están reduciendo los niveles de contaminación, sobre todo, si hacemos una comparación con años anteriores. Sin embargo, y como han apuntado los líderes chinos ya, el objetivo es que China acabe siendo un país libre de contaminación antes del año 2030.
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