El proyecto La huella de carbono y su mitigación, impulsado por la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), ha estudiado durante tres años la huella del sector agroalimentario español. Para ello, ha analizando 105 huellas de producto de 33 explotaciones, representando a la totalidad del territorio español.
En sus conclusiones, inciden en que las emisiones asociadas a la ganadería siguen siendo mucho mayores que las de la agricultura.
En el sector ganadero, el estudio detalla que las carnes de cabrito, cordero, vaca y ternera aparecen con las mayores emisiones equivalentes de CO2 por kilo, mientras que el pollo y el cerdo son las que menor huella de carbono producen.
Principalmente dos: la digestión animal y la gestión del estiércol. Ambos contribuyen entre un 55 y un 86% a la huella de carbono. Además, los animales rumiantes, como vacas, cabras, y ovejas, generan en su sistema digestivo una gran cantidad de metano, otro potente gas de efecto invernadero. En cifras: una vaca emite unos 55 kilos de metano al año, mientras que un cerdo no produce más de dos.
En el sector agrícola, los investigadores han analizado hasta 29 productos distintos. Entre sus conclusiones, la almendra, la lenteja, el maíz y el algodón producen una mayor huella de carbono. Los que menos son la aceituna, la uva ecológica, el pimiento y la naranja. Un ejemplo en datos: un kilo de naranjas emite 91 gramos de CO2, una cifra mucho menor en comparación a los más de 500 y hasta 1.000 gramos por kilo de algunos cereales y oleaginosas.
Sobre todo la fertilización nitrogenada del suelo y el consumo de agua. En los cultivos en los que existe riego y sistemas de goteo que se reponen de forma anual, la huella de carbono se eleva considerablemente en comparación con cultivos de secano. Por otro lado, los cultivos de invernadero e hidropónicos (los que utilizan sustratos artificiales) se sitúan en lo alto del ranking de emisiones agrícolas, a diferencia de los cultivos ecológicos o destinados a forrajes, que son los que menos emiten.
Con estas conclusiones, se ha comprobado que las emisiones del sector ganadero son mayores que en el sector agrícola. Uno de los objetivos del proyecto del UPA es desarrollar medidas de mitigación y adaptación al cambio climático y ofrecer pautas a los agricultores para reducir sus emisiones.
Recordemos que la agricultura y la ganadería son uno de los sectores más vulnerables al cambio climático por la influencia directa de la meteorología. Su futuro, sin duda, depende en gran parte de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
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