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¿Quién dijo que la basura es desperdicio?

Sin embargo, uno de los errores más frecuentes que se cometen últimamente es creer que cuando hablamos de biomasa únicamente nos referimos a la materia orgánica de origen vegetal que puede aprovecharse con fines energéticos pero, ¿qué hay de la de origen animal? ¿Qué sucede con los residuos orgánicos que producimos en las grandes ciudades? A fin de cuentas, la biomasa puede ser natural (sin intervención humana), residual (residuos sólidos urbanos) o producida (cultivos cuya única finalidad es su aprovechamiento energético).

Debido a esto, la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) recomienda que además del uso de la biomasa vegetal para generación de energía, se considere también el uso de biomasa residual o producida.

En el año 2010 la energía de la biomasa supuso en torno al 7,5 % de la energía total consumida en la UE, para 2020 se prevé que alcance el 10%. Lo que sucede es que los denominados biocarburantes de primera generación, como el biodiesel basado en la colza y el etanol a partir de trigo no resultan tan eficientes como los de segunda generación. Nos referimos a las algas o la Jatropha, mucho más energéticos y que, además, eliminan los resultados adversos de la especulación y el alza de precios de otras biomasas como los cereales, la remolacha, la caña de azúcar o el café.

Por otro lado, la biomasa a partir de residuos orgánicos requiere de una mención especial, pues bien podría resolver varios problemas de una sola tacada. En primer lugar, la generación de energía limpia y, en segundo, la optimización de la gestión de los residuos sólidos urbanos (RSU) que colapsan vertederos. No en vano, el 58% de la basura generada en España terminó el año pasado en uno de estos vertederos.

Una de las últimas aplicaciones que se están llevando a cabo en esta línea es la de quemar los RSU en los hornos de las cementeras. ¿El resultado? Conseguir sustituir hasta el 40% del combustible fósil habitual. Las cifras que manejan quienes ya realizan estos procesos parecen incontestables: ahorros de 362.000 toneladas de petróleo y reducción de emisiones de 760.705 toneladas de CO2 o, lo que es lo mismo, lo que expulsan unos 252.000 coches en un año.

¿Quién dijo que la basura es desperdicio?

Fuentes: Twenergy | Endesaeduca | Revistas especializadas | Kern S&D | Elaboración propia | Flickr 

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