Surgen así otros métodos de almacenamiento, como el eléctrico, que es mucho más sustentable que el anterior. Su descubrimiento se remonta al siglo XVIII y se basa en unos capacitadores que almacenan la electricidad entre dos placas, pudiendo recargarse indefinidamente. Su viabilidad depende del desarrollo de los llamados ultra-capacitadores, pues los actuales almacenan poca electricidad y por muy poco tiempo.
Finalmente el almacenamiento mecánico es otro de los utilizados, ya sea en su variante hidroeléctrica basada en un conjunto de bombas y turbinas; el de aire comprimido (variante del anterior, pero en lugar de emplear agua usa aire); o el de volantes, que aprovecha la energía cinética de un rotor alimentado por un motor/generador.
A parte de las fórmulas antes comentadas, se están realizando estudios sobre otros posibles sistemas como el del almacenamiento de hidrógeno, hasta el punto de que Comodoro podría albergar la primera planta subterránea de estas características. Se trata de un proyecto piloto dentro del objetivo de producción limpia de hidrógeno a gran escala a partir de la energía eólica. La iniciativa espera conseguir un reservorio hermético de hidrógeno y gas natural inyectado en espera de una demanda de energía. Será entonces cuando ésta se transforme en electricidad y se transporte al lugar de consumo a través de energías renovables.
Fuentes: La Nación / Ecointeligencia / Flickr
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