Cada día más estamos ante un horizonte de cambio donde el consumo eléctrico se sustenta gracias a fuentes de recursos renovables, una forma limpia, sostenible y eficiente de encarar el futuro para mantener nuestro modo de vida. El sol, el viento o el agua son algunos de los elementos que podemos utilizar para abastecer nuestra necesidades energéticas, y aunque los modelos existentes son todavía muy nuevos, poco a poco es más habitual ver sistemas que facilitan la autogeneración, distribución y consumo.
La generación distribuida de energía es un concepto que se basa en la producción de energía eléctrica por medio de pequeñas fuentes de energía próximas al lugar de consumo. Sus beneficios son muchos y entre alguno de ellos está la reducción en cuanto a pérdidas en la distribución de energía por la red, una necesidad menor de desarrollar nuevas redes y ante todo, un menor impacto paisajísticos y medioambiental por parte de las infraestructuras eléctricas en el entorno.
La micro-generación consiste en pequeñas fuentes de generación eléctrica distribuidas por la ciudad, ya sea en un edificio o una farola. Esto supone un sistema de cooperación con las grandes centrales aumentando la independencia de las ciudades y su autosuficiencia.
La energía solar es una de las fuentes renovables de energía más utilizadas en nuestro país, y mediante la instalación de paneles fotovoltaicos que no superen los 100 kW de potencia, los usuarios podrán consumir la energía que producen. En el Real Decreto 900/2015, de 9 de octubre, se establecen una serie de novedades de cumplimiento obligatorio tanto para las compañías como para el consumidor, las cuales entraron en vigor el 11 de abril de 2016. Esto permite dos modalidades de consumo, por un lado el suministro de autoconsumo que comprende a todos aquellos que consumen la energía que producen y por otro lado la producción de autoconsumo, para todos aquellos que además de autoconsumir venden la energía sobrante al mercado.
Se trata de pequeños generadores eólicos instalados en el alumbrado público que permitirán que este se alimente de manera autónoma, devolviendo la energía en el caso que no sea necesaria.
Los vehículos eléctricos también son protagonistas en este sistema de distribución, ya que, al conectarse a la red eléctrica, el propio coche puede entregar electricidad a la red en los momentos que no se use para el transporte. De igual manera, y como es habitual, cuando el coche necesite electricidad, la red se la proporcionará.
Debido al carácter intermitente de este tipo de fuentes renovables, se requiere de un sistema de almacenamiento que permita gestionar adecuadamente la generación de energía. Una de las opciones más viables para este almacenamiento es la batería de flujo, un dispositivo de almacenamiento electroquímico que permite convertir la energía eléctrica en energía química mediante reacciones de oxidación-reducción para almacenarla. Este proceso se puede reinvertir en cualquier momento de forma controlada cuando se requiera utilizar la electricidad.
Con la generación distribuida estamos ante un nuevo sistema descentralizado que ayuda a la optimización del consumo y a la eficiencia del proceso. El futuro de la energía ha llegado y las fuentes de energía renovable son las protagonistas, una forma limpia, rápida y eficaz de producción al servicio de nuestro día a día.
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