La construcción en una superficie cubierta de 359 m2, más 125 m2 de terrazas y galerías, ubicado en el barrio cerrado Las Cañuelas Club de Campo, en Cañuelas, provincia de Buenos Aires. La familia Karamanian compuesta por una pareja, sus dos hijos y su perro, no sólo quiere ser ecofriendly sino servir de ejemplo a la sociedad de que construir sobre la base de la sustentabilidad es rentable y posible desde el punto de vista económico y, por sobre todo, ambiental.
«La letra G deriva de las iniciales de las palabras Green, Gaia y Galileo. Son tres referencias para mí en cuanto al contacto con el medio ambiente, el vínculo con la tierra y el respeto por el planeta», me explica Carlos Karamanian mientras prepara café con agua filtrada y muestra los distintos tachos de basura.
El diseño bioclimático permite garantizar una adecuada temperatura de la casa en las diferentes estaciones del año. Para contribuir a ello, la casa dispone de aislaciones térmicas eficientes en techos, paredes y pisos, aerotermia y suelo radiante sectorizado. Cabe destacar que la madera utilizada en los pisos cuenta con certificación FSC y que se utilizó cemento y ladrillos en cimientos y mampostería para contribuir a la aislación.
“Siempre lo digo que para que una casa sea sustentable tiene que tener muchas previsiones en la construcción. No sólo hay que pensar en la generación de electricidad; eso es lo último”, indica el anfitrión que hace un despliegue tecnológico para demostrar cómo las nuevas aplicaciones pueden ayudar también a ser más eficiente. Reguladores de temperatura, temporizadores y accesorios que pueden ser controlados con un software inteligente que maneja todos los aparatos eléctricos de la casa. Sube y baja las persianas, prende y apaga luces y avisa cuando hay algún lugar en donde quedó algún artefacto encendido malgastando energía. Se trata del sistema Smappee donde en tiempo real le muestra qué aparatos están encendidos y cuánto están consumiendo tanto en kilowatts como en pesos. “Es el corazón de la casa”, apunta el dueño.
La casa también cuenta con iluminación LED, recupero y utilización del agua, entre otros aspectos que favorecen el ahorro. La construcción se inauguró en 2013 e inició su obra en 2012. Para darse una idea, la pileta que podría verse como un despilfarro de agua tiene el mismo líquido desde que se llenó. “Y esperamos tener el agua por varios años más”, agrega Karamanian. La casa también cuenta con un sistema para recuperación de aguas grises que se utilizan para riego y una pequeña huerta orgánica.
Las energías renovables tienen en la actualidad un potencial enorme. Tras el Acuerdo de París y las necesidades del planeta de pelear contra el cambio climático aparecen como la real alternativa al consumo sustentable. En la Argentina el panorama se ve alentador. El gobierno nacional acaba de reglamentar la ley que pretende que la matriz energética local alcance el 8% de generación a partir de estas energías limpias para 2018 (hoy apenas alcanza el 1%).
Todavía está pendiente la regulación de los particulares para que pueden ser productores y consumidores de energía. El mundo va abriendo paso a esta soluciones individuales que resultan en beneficios colectivos.
Fotos y video: Guadalupe Aizaga
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