La casa pasiva llega a Lleida

Del latín passivus, se dice del sujeto que recibe la acción del agente sin cooperar con ella. Eso mismo es lo que se persigue con este tipo de construcción que, aunque certificado por los germanos a principios de los años 90, cuenta con una tradición centenaria en nuestro país. No en vano, España sufre temperaturas extremas y ha tenido que adaptarse a todo tipo de condiciones climáticas utilizando distintos elementos en función de la zona geográfica: muros de granito o de adobe, tapias encaladas o de ladrillo cocido, ventanas grandes o pequeños ventanucos, cubiertas de teja, pizarra, yeso. Todos ellos, sistemas transmitidos de generación en generación, sencillos pero efectivos que podemos ver a lo ancho y largo de las zonas más rurales de España.

¿Cómo son las «casas pasivas»?

Este tipo de construcciones se basan en estos principios ancestrales y además incorporan otra serie de avances arquitectónicos fundamentados en los estudios de profesionales de la edificación, combinando así tradición y modernidad. Las normas del estándar Passivhaus son estrictas:

Aislamiento térmico de alta calidad
• Ventilación natural cruzada durante el verano
• Ventilación mecánica con recuperación de calor
• Control de puentes térmicos
• Control de estanqueidad
• Control de las ganancias de radiación solar mediante elementos de sombreado

Ventajas de las «casas pasivas»

Su aplicación asegura un aprovechamiento del calor que permite prescindir de otras fuentes de climatización, tanto en invierno como en verano. Esto genera un ahorro económico que compensa el único «pero» de este proyecto: el elevado gasto de construcción de estas casas.

Otra ventaja, bajo el prisma de la decoración de interiores, es que ninguna de las normas del estándar supone un obstáculo estético ya que se integran con facilidad en el diseño de las viviendas. Además, la estructura está soportada por unos elementos estructurales prefabricados en madera que permiten edificar en seco y en tiempo récord, condiciones que contentarán a constructores y promotores.

La primera casa pasiva en suelo español es obra de un arquitecto leridano, Josep Bunyesc. Está ubicada en Lleida e incorpora elementos constructivos como tableros de madera reciclada encolados que evitan la condensación en los muros y lana de oveja para permitir la evacuación de la humedad. Además cuenta con grandes ventanales para captar la energía lumínica del sol, y un método de ventilación a través de conductos y pozos de aire que dota a la vivienda de una temperatura constante de 23ºC.

Como complemento a lo anterior, si el Passivehaus Projekt se combina con energías renovables, alcanza una eficiencia energética que permite pasar de una «casa pasiva» a una «casa autónoma». Un proyecto que el Parlamento Europeo tiene previsto implantar a partir del año 2015.

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