¿Puede haber humedades en un edificio sostenible?

¿Es realmente un problema de los edificios sostenibles? En absoluto y, de hecho, está muy relacionado con el denominado ‘síndrome del edificio enfermo’, contemplado incluso por la Organización Mundial de la Salud. Efectos adversos para la salud como jaquecas, problemas de concentración, irritación dérmica o congestión nasal no son patrimonio único de los edificios sostenibles sino, más bien, de sistemas de ventilación erróneamente diseñados y peor instalados.

Es un problema que viene detectándose desde la década de los 70, cuando comenzaron a sellarse los edificios con el objetivo de ahorrar energía. Un sellado, por otro lado, que en muchas ocasiones se realizaba si atender a factores externos que afectan a la edificación como la orientación de la zona, los vientos dominantes y la orografía, que puede o no frenar sus efectos, la presencia de masa forestal (que incrementa la humedad ambiental)…

En nuestro esfuerzo por querer una vivienda eficiente desde el punto de vista energético no podemos olvidar que requerimos cumplir unos mínimos de ventilación. Si selláramos por completo nuestra casa, el vapor al cocinar, ducharnos o, simplemente el calor que desprenden nuestros propios cuerpos incrementarían la humedad al ambiente produciendo condensación y ese es el mejor caldo de cultivo para el moho tóxico.

¿Cómo se puede resolver este problema? Con un buen diseño de la ventilación. Se estima que la humedad relativa debe moverse entre el 30 y el 50%, pues a niveles superiores al 70% se favorece el incremento de hongos y otros contaminantes microbiológicos mientras que niveles inferiores al 30% ocasionan sequedad en las membranas mucosas. Para ello, la ventilación debería situarse, tal y como establece la Agencia Internacional de la Energía, en un aporte de aproximadamente 8 litros por segundo (cerca de 30m3/h) por persona.

Para ello debemos ser muy cuidadosos con, por ejemplo, la recirculación parcial del aire, la situación de las tomas de renovación del aire del edificio o los intercambiadores de calor que son empleados para equilibrar la humedad. A menudo éstos son los que transfieren los contaminantes desde el aire de retorno al aire de suministro.

Así pues, no hay por qué temer nada de los edificios verdes… salvo que su condición de verde venga dado por el moho y no por su naturaleza sostenible.

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