Todo esto nos lleva aformular algunas preguntas: ¿cómo se generará y consumirá la energía que necesitaremos? No podemos vivir de espaldas a la dificultad de acceder a recursos finitos como los combustibles fósiles o el agua. ¿Dispondremos en ese futuro de la energía suficiente? Nuestra actual realidad de falta de recursos hace que se posponga la necesaria transformación europea con la paradoja de que debemos actuar ahora si queremos llegar a tiempo.
El futuro de Europa pasa por un profundo debate sobre energía y un uso racional de esta, una visión innovadora y al mismo tiempo competitiva. Un mercado energético europeo es la base para conseguir los objetivos de sostenibilidad, seguridad de suministro y competitividad.
En cuanto la sostenibilidad, la eficiencia energética es uno de los objetivos para 2020 y la clave para alcanzar nuestros objetivos a largo plazo en materia de energía y cambio climático. También es la manera más rentable de reducir emisiones , mejorar la seguridad y la competitividad energéticas, manteniendo al mínimo los costes de la energía.
La seguridad de abastecimiento depende de las infraestructuras de transporte y almacenamiento: nos referimos a las redes eléctricas y gasoductos que a menudo traspasan las fronteras nacionales y es que, inevitablemente, las decisiones de política energética adoptadas por un país repercuten en otros. Europa pretende garantizar la libre circulación de la energía en su mercado interior para alcanzar precios competitivos y más transparentes, mayor oferta y protección para los consumidores, mayor seguridad de abastecimiento y un marco fiable para los inversores en tecnologías e infraestructuras, base esencial para dotar de unas infraestructuras de transporte y almacenamiento energético.
La competitividad residirá en nuestra capacidad actual y futura de innovación, de investigación y de desarrollo de alianzas estratégicas ¿seguimos viendo problemas o soluciones?. Si no damos un giro tecnológico, Europa fracasará en sus ambiciones de descarbonizar los sectores de la electricidad y el transporte a 2050. El Plan Estratégico Europeo de Tecnología Energética (Plan EETE) establece una estrategia para el desarrollo de tecnologías, como: biocombustibles de segunda generación, redes y ciudades inteligentes (Construir hogares en Europa que demanden un 90% de menos energía de lo que hoy en día, es algo que ya hemos visto posible), captación y almacenamiento de CO2 , almacenamiento de electricidad y electromovilidad, siguiente generación de sistemas de energía nuclear, calefacción y refrigeración renovables. Europa necesita intensificar sus esfuerzos para seguir en primera línea en el floreciente mercado internacional de las tecnologías de la energía e incrementar la cooperación con países no pertenecientes a la UE en tecnologías específicas.
Estos tres objetivos son un reto para un mercado europeo cada vez mayor (500 millones de consumidores) , en constante transformación cultural y con alta dependencia energética del resto del mundo. En estos momentos de crisis siempre vemos lo vulnerables que podemos llegar a ser y lo despreocupados que fuimos en épocas de bonanza: “la cigarra y la hormiga” es un clásico a recordar para proceder a la transformación necesaria con una buena moraleja: hay que trabajar ahora porque quedan muchos inviernos por delante de necesidad energética.
Fuentes: Twenergy / imagen aportada por Rafael Sánchez
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