¿Nubes artificiales? ¿Y eso cómo funciona?
El proyecto de la Universidad de Catar -que también se desarrollaría en colaboración con el Parque Científico y Tecnológico de Doha- consiste en replicar de manera artificial la mejor de las soluciones naturales para el intenso sol del país árabe. Para eso han diseñado una nube artificial que estaría construida íntegramente de fibra de vidrio. El sistema se accionaría gracias a cuatro motores que funcionan con energía solar para aprovechar el sol del desierto catarí, por lo que parece que todo son ventajas.
Además, el artefacto -que cubre aproximadamente la mitad del terreno de juego- se teledirige de una manera muy sencilla, con un mando del tamaño de un teléfono móvil y puede trasladarse con facilidad, por lo que podría utilizarse para otros eventos deportivos como la Fórmula 1.
A simple vista, sólo hay una «pega» para poner en marcha este proyecto y es el precio. Se calcula que el coste de una de estas nubes artificiales es de unos 500.000 dólares y hay que tener en cuenta que se necesitarían varias puesto que el Mundial va a disputarse en doce estadios distintos. Habrá que esperar para ver si el país árabe, con una potente economía basada en el petróleo y el gas, está dispuesto a dar el paso a la nube artificial para deslumbrar al mundo.
Soluciones ya en marcha
Independientemente de si Catar decide desarrollar este proyecto, ya se están tomando medidas para conseguir una temperatura adecuada tanto para el público como para los jugadores. Una de las propuestas que se barajaron cuando el país fue seleccionado como sede del Mundial 2022 -en diciembre del año pasado- fue que la competición se disputara durante el invierno, una idea que no ha gustado nada a los clubes. Los campos de fútbol cubiertos tampoco parecen una alternativa puesto que no es una opción que guste mucho a la FIFA.
Lo que sí que está claro es que los 12 estadios que ya se están construyendo tendrán aire acondicionado tanto en el campo como en las gradas. Uno de los puntos fuertes de este sistema es que se mantendrá con energía solar. Los paneles se colocarán en el exterior de los estadios y permitirán acumular la energía suficiente como para activar un sistema que inyecte aire frío en el interior, para conseguir una temperatura inferior a los 27 grados centígrados.
A esto hay que sumar otra de las grandes apuestas de la organización: construir los estadios en una especie de islas artificiales, rodeados de agua para conseguir reducir los casi 45 grados que se pueden llegar a alcanzar. A grandes males, grandes remedios.
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