Envases voluminosos o inadecuados para envolver productos que caben en menos espacio, materiales «de usar y tirar» y etiquetas que despistan son tres de los problemas que pueden combatirse gracias a las compras verdes. Consiste en elegir productos que ofrecen información sobre su origen o manipulación, ayuden a ahorrar en (corto y largo plazo) energía y costes para su reciclado y cuyas huella en el medio ambiente desaparezcan antes.

La moda del «usar y tirar» ya no es la reina de la publicidad, porque son cada vez más las empresas que practican políticas para ser más sostenibles desde el punto de vista energético. Aun así, limpiamos polvo, cristales y cocinas con bayetas y paños desechables. O coleccionamos sprays y detergentes. En realidad, unos cuantos separados por el uso que se les va a dar en casa son suficientes. Después, sólo hay que lavarlos. El papel de cocina es un producto útil, sin duda, pero todos hemos visto secar un charco en el suelo tras cortar muchas hojas del rollo en vez de pasar una fregona.

Otro de los gestos cómodos es usar vasos, platos y cubiertos que van a ir a la basura nada más terminar la comidas. En determinadas situaciones pueden ser muy útiles, pero como hábito diario es más responsable llevar la comida al trabajo en un recipiente o usar un plato que se lavará y volverá a usar. Botellas de vidrio rellenables para beber agua en lugar de desechar una sola persona varios pequeños envases al día, también es un gesto a favor de las compras sostenibles. Como la compra directa de objetos reciclados.

Pañuelos de papel para usos cosméticos o para limpiar gafas, envases XXL que abultarán más en el cubo de basura son otros ejemplos. Hemos visto que las compras verdes no se refieren sólo al reciclado posterior del producto o una vida útil más larga. También está el consumo energético que ha sido necesario para producirlo, los materiales naturales con que se han fabricado o las colaboraciones de las empresas para un fin benéfico, por ejemplo.

Las etiquetas

Esta información es la que nos proporcionan las etiquetas. Dentro de la compra sostenible, hay que atender a las llamadas «etiquetas ecológicas» -en usos o productos que perjudiquen menos el medioambiente-y a las energéticas, las que ayudan en la decisión de compra de electrodomésticos y otros productos más eficientes por su gasto de energía o agua. Por último, también existen las etiquetas «sociales», en las que podremos ver a qué fin destinan una aportación económica. En este capítulo entran los objetos benéficos o las ayudas a una organización no gubernamental.

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