Mientras el asfalto convencional requiere alcanzar los 160ºC de temperatura para proceder al pavimentado, a esta fórmula le basta con 121ºC para poder adaptarse al terreno gracias a la cera que se consigue con la amalgama de bolsas y diversos envases de plástico procedentes del consumo doméstico de varias capitales canadienses. Esta circunstancia consigue una ventaja medioambiental adicional dado que además de ahorrar energía en el calentamiento de la mezcla, se reducen las emisiones de gases volátiles que se desprenden en las labores de asfaltado convencional. Además, permite acometer los duros trabajos de cimentación en cualquier temporada del año, no sólo en el tórrido verano.
Por si fueran pocas todas estas ventajas, el porcentaje plástico de la fórmula ayuda a proteger la consistencia de este asfalto alargando su vida útil. Como de costumbre, la única pega es el elevado coste del Superpave 19 mm que triplica al del asfalto tradicional pero sin duda se trata de una inversión rentable. Más que nunca los vancouverenses pueden decir que ¡la calle es suya!
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