Sobre el mismo informe se puede obtener que el cambio como experiencia de cliente, que éstos cambian de compañía energética por una motivación de descontento y disconformidad con la distribuidora con la que el cliente lleva toda la vida. Si hacemos una abstracción de lo que hasta ahora puede haber ocurrido en la movilización hacia la liberalización del mercado, podría decirse que ni los usuarios han sido los más activos en búsquedas de ofertas, ni tampoco éstas últimas eran agresivas o mostraban diferenciales económicos que provocaran una movilización por parte de los usuarios, aunque en su día, en la “liberalización” de la telefonía si ha ocurrido.
Así como en la telefonía comenzaron a aparecer tarifas y planes de precios que se adaptaban a los hábitos de uso de las personas-, si lo comparamos con las ofertas publicadas hasta el momento de energía basadas en descuentos al respecto de la tarifa regulada, no parece que hayan resultado muy movilizadoras las iniciativas del gobierno, ni para los usuarios ni para las compañías energéticas a la luz de lo ocurrido durante este último año. Las ofertas a los clientes domésticos están basadas mayoritariamente en un descuento sobre la antigua TUR, que desde el 1 de Enero se denomina Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor y será el precio máximo que las Comercializadoras de Referencia (antiguas CUR) aplicarán a sus clientes de BT y Potencia hasta 10 kW. En el sector empresarial, el precio normalmente está fijado en €/Kwh y disponen de múltiples fórmulas de contratación e indexación a diferentes criterios en función del interés y actividad empresarial.
Pues, aunque parezca raro, los usuarios tampoco somos capaces de evaluar lo caro o barato de una tarifa energética ya que todo lo que sabemos es que le damos a un interruptor y se enciende una bombilla, y desconocemos todo aquello que hay detrás de ese gesto o de un kW que nos permite encender la luz de la bombilla con la que cada día nos iluminamos en nuestras casas, y ni que decir de la luz que hace funcionar nuestro ordenador en la oficina, y mucho menos en pensar cada vez que cargamos el móvil o la tablet, lo que ello supone.
Por hacer una comparativa real, todos sabemos cuanto nos cuesta hacer una llamada desde el móvil o cuánto nos cuesta la tarifa plana de acceso a Internet y los Megas que tenemos contratados para conectarnos desde la tablet, sin embargo, para que todo sea posible, ¿cuánto estamos dispuestos a pagar?
Claramente tenemos mucho que evolucionar e innovar en este sentido, pero, somos conscientes de lo que supone poder tener una tarifa competitiva en el móvil en comparación con la posibilidad de usarlo ¿Que es caro y qué es barato?
Fuente: Flickr
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